El Evangelio de cada día




  

Martes 04 de Enero de 2022 

 

Marcos 6,34-44

Jesús se revela como profeta en la multiplicación de los panes

Lectura del santo evangelio según san Marcos:

En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma. Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: "Estamos en despoblado, y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer." Él les replicó: "Dadles vosotros de comer." Ellos le preguntaron: "¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?" Él les dijo: "¿Cuántos panes tenéis? Id a ver." Cuando lo averiguaron le dijeron: "Cinco, y dos peces."

Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces. Los que comieron eran cinco mil hombres.

Comentarios

  1. Martes después de Epifanía
    PROVOCACIÓN Y ACCIÓN
    Ya hemos visto que la alegría de la Navidad consiste en tener la certeza de que Dios está con nosotros, pero el estar de Dios no es un estar pasivo, sino un estar provocativo, una presencia que motiva a la acción. La acción que Dios quiere provocar en nosotros es el amor a los hermanos. Por tanto, hemos de amarnos los unos a los otros, ya que el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios; quien no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Pero el amor consiste no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados; víctima implica sacrificio, él se sacrificó por ti y por mí, y lo sigue haciendo en cada celebración eucarística, la invitación, concreta para que la alegría navideña siga presente en nuestras vidas consiste en cultivar la capacidad de sacrificarnos por los otros.
    ¿Qué tanto de sacrificio hay en mi vida por aquellos que están a mi lado?
    En muchas ocasiones nos devanamos los sesos buscando la manera concreta para expresar el amor a los hermanos; el trozo del Evangelio de Marcos en el capítulo seis nos da una clave maravillosa: “Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”. El primer elemento que hay que resaltar, es la capacidad de poder descubrir al otro, o a los otros, de no hacerlos invisibles, de no ignorarlos, de reconocerlos como verdaderos interlocutores capaces de ofrecer y de recibir amor; el segundo elemento es la capacidad de conmoverse, de sentir el dolor del otro en su propia vida, en nuestra propia vida, en nuestra realidad: que nos duela el sufrimiento del hermano; y en un tercer momento, el toque definitivo: “se puso a enseñarles con calma”, y aquí es donde está la diferencia de nosotros los creyentes frente a cualquier ONG; no somos simplemente altruistas, que buscamos el bien de los demás y para los demás, somos hijos de Dios que caminamos juntos, que sabemos que tenemos la capacidad de dejar actuar el Espíritu de Dios en nuestras vidas y que por tanto Dios actúa por encima de todos, a través de todos y para el bien de todos.
    Nuestra solidaridad, fruto de una fraternidad fundada en el amor paterno-materno de Dios, debe generar una comunidad que vive el Evangelio, la buena nueva y la oferta como camino cierto de felicidad y santidad, que la participación en la Santa Eucaristía nos capacite para estar suficientemente provocados para actuar sacrificialmente en orden a la salvación integral de los hermanos.

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