Justicia y Paz en Medellín y el papa Francisco 50 años después
Pontificia Universidad Católica de Paraná, Curitiba (Brasil)
La propuesta de revisitar Medellín poniendo el foco en la “justicia” y la “paz” y de relacionarlas con el Papa Francisco 50 años después, es muy procedente por dos razones. Primero, porque “justicia y paz” son dos categorías estructurantes de Medellín.1 El término “justicia” aparece en el Documento 41 veces y “injusticia” 23 veces, totalizando 64. Comparado a otros temas, es un número expresivo.
Segundo, porque “justicia y paz” son también dos categorías centrales en el magisterio social del Papa Francisco y abordadas en la misma perspectiva de Medellín, o sea, a partir de la periferia, del “reverso de la historia”, a partir de los pueblos pobres y marginados. Es magisterio del Papa Francisco está en estrecha relación con la tradición liberadora de la Iglesia en América Latina.
Cincuenta años después, gracias a la vigencia de Medellín y el pontificado reformador de Francisco, la profecía sigue viva en la Iglesia. Es verdad que cambió mucho el mundo en relación al contexto de Medellín, desafortunadamente ha cambiado muy poco el mundo de los pobres, que pasaron de “explotados y oprimidos” a “descartables e insignificantes”. Lo que Medellín veía como una situación de “injusticia institucionalizada”2 y un
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1 Cf.J.P.Amaya,“Medellínylajusticiasocial.Novidadesydesafios”,BO- LETIN CELAM 281 (1998): 272-292.
2 La expresión – injusticia institucionalizada - es de Rui Barbosa. En Me- dellín, “violencia institucionalizada” fue introducida por Mons. Affonso Felipe Gregory, entonces sacerdote sociólogo, perito de Medellín, quién todavía en la víspera de su intervención en la asamblea, tenía dudas sobre
el uso de la categoría en ámbito eclesial que, después, se tornaría una de las marcas de Medellín.
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“pecado social”3 que atenta contra la paz, hoy el Papa Francisco apunta para “un sistema que es injusto en su raíz”, “un sistema idólatra, que excluye, degrada y mata”. La superación de la situación de extrema injusticia, tanto ayer como hoy, frisa el Papa Francisco en su pronunciamiento a los movimientos populares, depende “no de los grandes dirigentes, sino de los pueblos en su capacidad de organizarse” o “de la participación de los movimientos populares como protagonistas en los grandes procesos de cambio”.
El desafío es inmenso, pero el momento es promisorio, pues cincuenta años después de Medellín estamos en un momento eclesial privilegiado. Después de tres décadas de “involución eclesial”4 en relación a la renovación del Vaticano II y de tentativas de descalificación da la tradición liberadora latinoamericana, Aparecida fue el renacer de la esperanza, que ganó impulso privilegiado en la elección del Papa Francisco. La canonización de Mons. Oscar Romero señala la retomada de la tradición eclesial liberadora, aunque no sin dificultades, resistencias y oposición por parte de seguimientos eclesiales nostálgicos de un pasado sin retorno.
1. “Justicia y Paz” concebidas desde el “reverso de la historia”
En el Vaticano II, a pesar del trabajo del grupo “Iglesia de los pobres”5, que redundó en el “Pacto de la Catacumbas” entre un grupo de obispos en su mayoría latinoamericanos, el abordaje de la “justicia y paz” en la perspectiva de los pueblos del “Sur global”,
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3 Benedito Ferraro, “Pecado pessoal e pecado social, injustiça instituciona- lizada e evangelização”, en: Compendio das Conferências Gerais dos Bispos da América Latina e Caribe, ed. por A. Brighenti y J. D. Décio Passos (São Paulo: Paulinas/Paulus, 2018), 281.
4 J.I. González Faus, “El meollo de la involución eclesial”, Razón y Fe 220, n o. 1089/90 (1989): 67-84.
5 Cf. M.D. Chenu, “La Iglesia de los pobres en el Vaticano II”, Concilium 124 (1977): 73-79.
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es casi imperceptible.6 Históricamente, la cuestión de la “justicia y paz”, particularmente en el Pensamiento Social de la Iglesia, es abordada en los parámetros del confronto entre liberalismo capi- talista y colectivismo marxista, en la relación Este-Oeste de Europa. Sin embargo, la “irrupción de los pobres” del hemisferio Sur viene de la década de 1950 y que redundó en el incómodo posicionamiento de un “tercer mundo” explotado, frente a un “primer mundo” explotador, resquicio de prácticas colonizadoras.
Juan XXIII: la mirada Norte-Sur
Fue el Papa Juan XXIII quien, con sus dos encíclicas sociales Mater et Magistra (1961) y Pacem in Terris (1963), sintonizado con la “irrupción de los pobres” y del “tercer-mundo”, desplazó la mirada Este-Oeste reinante en el Pensamiento Social de la Iglesia (colectivismo marxista-capitalismo liberal) hacia Norte-Sur (países desarrollados-países subdesarrollados). Era la superación de la postura apologética frente al marxismo, que daba la impresión de estar defendiendo el capitalismo, sobre todo cuando comúnmente se recorría a argumentos liberales para contraponerse al “peligro comunista”.
El Papa llama la atención que la independencia de las colonias no fue verdadera independencia, pues, persiste la dependencia de los “países del Sur” en relación a los “países del Norte”, a través de nuevos mecanismos de explotación, que configuran un neocolonialismo (MM 168). Se va hablar de “colonialismo interno” y “neocolonialismo externo”, para designar comportamientos y prácticas, que se remiten al orden colonial, bajo el cual los países del hemisferio Sur penaron por siglos.
Pablo VI: la mirada desde los pueblos pobres
Como “el grito de los pobres” había encontrado poco eco en el Vaticano II, el Papa Pablo VI, sensible a la problemática del “tercer mundo” y puntualizando el optimismo de la Gaudium et Spes, poco después del término del Concilio, publicó la encíclica
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6 Cf. José Oscar Beozzo, “Medellín: Inspiration et racines”, en Volti di Fine Concilio – Studi di Storia e Teologia sulla Conclusione del Vaticano II ed. por Joseph Doré y Alberto Melloni (Bologna: Il Mulino, 2000), 361-34.
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Populorum Progressio (1967), que tendría influencia directa y preponderante sobre Medellín.7 Según testimonio de Mons. Marcos MacGrath, padre conciliar y perito en el Vaticano II, el Papa Pablo VI, consciente de la necesidad de un abordaje de la “justicia y paz” que respondiera a las aspiraciones de los pueblos del hemisferio Sur, pidió a Mons. Manuel Larraín y Dom Hélder Câmara, que elaboraran un primer bosquejo de la nueva encíclica.
De hecho, en la Populorum Progresio, no solo el análisis del contexto socio-económico y cultural es leído en la perspectiva Norte-Sur, como se toma posición, denunciando los mecanismos estructurales que engendran la asimetría de las relaciones de los dos hemisferios. En el posicionamiento de Pablo VI, los pueblos del Sur van a sentirse contemplados en un diagnóstico escandaloso: el subdesarrollo de los países subdesarrollados es un sub- producto del desarrollo de los países desarrollados (PP 8). Cuanto más desarrollo en el Norte, más subdesarrollo en el Sur – “ricos cada vez más ricos, a costa de pobres cada vez más pobres”, diría Juan Pablo II más tarde.
2. La justicia en Medellín
La Conferencia de Medellín comenzó a ser preparada en una perspectiva desarrollista, entendiendo el subdesarrollo como un retraso en el tiempo. Sin embargo, en el proceso de preparación del evento, la Populorum Progresio contribuyó para el paso de la “teoría del desarrollo” a la “teoría de la dependencia”, que tentaba mostrar la dependencia del hemisferio Sur en relación al hemisferio Norte.8
En la nueva perspectiva, el abordaje de la “justicia” en Medellín se da en torno a tres aspectos principales: una mirada desde la periferia y los excluidos; el diagnóstico de un orden social excluyente, que constituye una “injusticia institucionalizada y que
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7 Cf. G. Gutiérrez, “A atualidade de Medellín”, en Conclusões da Conferên- cia de Medellín – 1968. Trinta anos depois, Medellín ainda é atual? (São Paulo: Paulinas, 2010), 273-252.
8 Cf. S. Scatena, In populo pauperum: La chiesa latino-americana dal Concilio a Medellín (1962-1968) (Bologna: Società Editrice il Mulino, 2008).
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exige cambio de estructuras y un nuevo orden internacional; finalmente, para promover la justicia, es necesario comenzar desde abajo y con el protagonismo de los de abajo.9
Una mirada desde la periferia
Medellín aborda la “justicia y paz” con una mirada desde la “periferia” o como se postula en el seno de la teología latino-americana, desde el “reverso de la historia”.10 Los Obispos comienzan constatando que, en el Continente, hay una situación de “miseria que margina” y, por ser un “hecho colectivo”, es “una injusticia que clama al cielo” (Med 1,1). La marginación apunta para “un orden social que genera exclusión” y, por ser una realidad que afecta un gran número de personas, muestra que hay “causas estructurales”. Tienen acceso a los bienes y servicios, solamente “los sectores de alto poder adquisitivo” (Med 1,2).
Como síntoma de esta situación de miseria que margina, está “la frustración de legítimas aspiraciones, que crea un clima de angustia colectiva” (Med 1,1) y genera “inestabilidad política” (Med 1,2). En realidad, para Medellín, hay un modelo de sociedad en el cual no caben todos, lo que constituye una “violencia institucionalizada” (Med 2,16).
Un orden social excluyente,
que exige conversión de las estructuras
Para los Obispos, la dependencia de la economía interna de los países del hemisferio Sur de “empresas extranjeras”, situación respaldada por “estructuras injustas”, llevan “a cometer pecado en el plan social” (Med 1,2). “Pecado social” es una
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9 Cf. J. Comblin, “Medellín: vinte anos depois – Balanço temático”, en O mar se abriu. Trinta anos de teologia na América Latina, ed. por L. C. Susin (São Paulo: Soter/Loyola, 2000); J. Comblin, Conferência Episcopal de Medellín: 40 anos depois (Unisinos: São Leopoldo-RS, 2008).
10 Cf. J. de J. Legorreta, “Análisis de la realidad y teoría social en los do- cumentos de Medellín”, en Comentario bíblico-teológico latinoamericano sobre Medellín, ed. por J. de J. Legorreta (México: Buena Prensa), 128-142. Cf. Ro- berto Oliveros, “Historia de la Teología de la Liberación”, en Mysterium Liberationis – Conceptos fundamentales de la Teología de la Liberación, ed. por Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino (Madrid: Editorial Trotta, 1990), 35-36.
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categoría de Medellín, cuestionada en Puebla, pero que luego va entrar en el lenguaje corriente del magisterio, incluso del magisterio pontificio.11
La erradicación del pecado social, implica la conversión de las estructuras. Afirma Medellín que “no tendremos Continente nuevo sin renovadas estructuras y, sobre todo, no habrá Continente nuevo sin personas nuevas” (Med 1,3). No basta la conversión de las personas, pues el pecado social no es la suma de pecados individuales, sino pecados personales que pasaron para las estructuras. Es verdad que son las personas que hacen las estructuras, pero también es verdad que las estructuras hacen las personas, sobre todo cuando no son sujetos de ellas. Por eso, hay una relación dialéctica entre conversión personal y conversión de las estructuras. Medellín va decir que implica cambios externos e internos, que van generar personas nuevas y nuevas estructuras.
Una acción desde abajo
y con el protagonismo de los de abajo
Para promover la justicia, Medellín propone comenzar desde abajo, por la formación de la conciencia social y del sentido crítico, que propicia una visión objetiva y realista de los problemas de la sociedad (Med 1,17).
La formación de la consciencia social tiene por objetivo la organización de los cristianos y de los ciudadanos en general, en organizaciones sociales libres de la interferencia del Estado o de instancias superiores, de modo que puedan asumir el protagonismo del cambio social (Med 1,7). Para los Obispos, “en especial las clases populares deben tener una participación receptiva y activa, creadora y decisiva en la construcción de una sociedad nueva” (Med 1,7).
Para la promoción de la justicia social, Medellín propone dos reformas de gran envergadura: a) la reforma agraria, “para la promoción humana de los agricultores e indígenas”, no limitada a la
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11 Los censores del Documento de Puebla en la Curia romana trataron de matizar la categoría “pecado social” por expresiones como situaciones o estructuras “marcadas” por el pecado. Juan Pablo II, en la Carta Encíclica Sollicitudo Rei Socialis va a hablar claramente de “estructuras de pecado” (SRS 36).
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mera “distribución de tierra”, sino acompañada de la creación de cooperativas e formas de acceso a la cultura, a la salud, al tiempo libre y a la participación política (Med 1,14);12 b) y la reforma política, dada “la necesidad de un cambio global en las estructuras del Continente”, cuya finalidad es el “bien común” de la sociedad como un todo (Med 1, 16).
3. La paz en Medellín como fruto de la justicia
En Medellín, “justicia y paz” se entrelazan, tal como en la Gau- dium et Spes. Afirma el Concilio: “la paz es obra de la justicia – supone y exige la instauración de un orden justo” (GS 73). En Medellín, los Obispos comienzan diciendo: “si el desarrollo es el nuevo nombre de la paz”, entonces “el subdesarrollo latinoamericano es una injusta situación promotora de tensiones que conspiran contra la paz” (Med 2,1). Y citando la Populorum Progressio, afirman que como “la paz es, ante todo, obra de la justicia”, “supone y exige la instauración de un orden justo” (Med 2,14a).13
El abordaje de la “paz” en Medellín contempla tres aspectos: apunta para las tensiones que conspiran contra la paz (causas), señala las condiciones básicas para la realización de la paz e indica algunas perspectivas concretas de acción.
Tensiones que comprometen la paz
Para Medellín, las tensiones que comprometen la paz se manifiestan en tres ámbitos:
a) tensiones internas (colonialismo interno). Es significativo que se conciba tensiones internas como persistencia de situaciones de la época colonial. Algunas de ellas son citadas: las desigualdades excesivas entre las clases sociales (Med 2,3), que impiden sistemáticamente la realización de legítimas aspiraciones (Med 2,4);
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12 F. Aquino Júnior, “Evangelização e promoção humana”, en Compendio das Conferências Gerais dos Bispos da América Latina e Caribe, ed. por A. Bri- ghenti y J. D. Décio Passos (São Paulo: Paulinas/Paulus, 2018), 296.
13 Cf. A. Brighenti, “A justiça em Medellín e as categorias da tradição ecle- sial libertadora”, en Medellín. Memória, profetismo e esperança na América La- tina, ed. por N. De Souza y E. Sbardelotti (Petrópolis: Vozes, 2018), 161-164.
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la opresión y la falta de sensibilidad de los sectores dominantes frente a la miseria de los sectores marginados, calificando de acción subversiva toda tentativa de cambio del sistema social (Med 2,5); la creciente tomada de consciencia de los sectores oprimidos (Med 2,7), frente a los cuales se usa de la fuerza para reprimir drásticamente todo intento de reacción, en nombre de la “conservación del orden” o de combate al comunismo (Med 2,6-7).
b) tensiones internacionales (neocolonialismo externo). En la perspectiva del magisterio social de Juan XXIII y particularmente de Pablo VI se diagnostica tensiones internacionales como prolongación de mecanismos de los tiempos coloniales, a través de otros más sofisticados, clasificados de neocoloniales. Entre ellos son nombrados: la dependencia de un centro de poder económico, en torno al cual gravitan los países de la periferia (Med 2,8); la distorsión creciente del comercio internacional, en el seno del cual las materias-primas valen cada vez menos en relación a los productos manufacturados (Med 2,9a); la fuga de capitales económicos y humanos, así como la evasión de impuestos y fuga de lucros y dividendos (Med 2,9b-c); el endeudamiento progresivo, aplastando países por deudas cuyo pago absorbe la mayor parte de sus lucros (Med 2,9d); el monopolio internacional y el imperialismo internacional del dinero, principal responsable por la dependencia económica de nuestros países (Med 2,9e).
c) tensiones entre los países de América Latina. En tiempos de nacionalismos estrechos fomentados por dictaduras militares xenofóbicas, los obispos no hesitan de apuntar tensiones que comprometen la justicia y la paz entre países vecinos, entre pueblos hermanos: la falta de integración entre las naciones (Med 2,11); un nacionalismo exacerbado (Med 2,12); y el armamentismo, una necesidad ficticia, pues responde a intereses más externos que internos al Continente (Med 2,13).
Condiciones para la paz
En la perspectiva de la Gaudium et Spes, para Medellín, la paz es fruto de la justicia y depende básicamente: a) de un orden social justo, en el cual cada uno puede realizarse como persona, tener su dignidad respetada y legítimas aspiraciones contempladas, así como su libertad asegurada; b) del desarrollo integral de ser humano, el paso de condiciones menos humanas a condi-
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ciones más humanas, es el nuevo nombre de la paz (Med 2,14a); c) de un trabajo permanente, pues, una paz estática y aparente puede ser obtenida por la fuerza, sin embargo la paz auténtica implica lucha, capacidad inventiva, conquista permanente (Med2,14b); d) finalmente, del amor, expresión de una real fraternidad en Jesucristo, Príncipe de la Paz, reconciliador de la humanidad con el Padre, quién da la paz que el mundo no puede dar. El amor es el alma de la justicia (Med 2,14c).
Perspectivas de acción para la promoción de la paz
Para construir la paz, como no es mera ausencia de violencia y guerra, implica un proceso en varias frentes, de modo a reunir las condiciones necesarias para una paz verdadera y duradera. Concretamente, entre otros, Medellín propone: a) educar las conciencias para la justicia y la paz, infundiendo en las personas el sentido de la responsabilidad y de la solidaridad; b) defender los derechos de los pobres y oprimidos frente a los gobiernos y las clases dirigentes, denunciando enérgicamente los abusos e las injustas consecuencias de las desigualdades excesivas entre ricos y pobres; c) alentar y favorecer todos los esfuerzos del pueblo para crear y desarrollar sus propias organizaciones de base, por la reivindicación y consolidación de sus derechos y búsqueda de una verdadera justicia; d) denunciar la acción injusta en la esfera mundial de las naciones poderosas contra la auto-determinación de los pueblos más débiles (Med 2,20-33).
4. Justicia y Paz en el magisterio del Papa Francisco
Con el dominio hegemónico de la globalización neoliberal a partir de la década de 1990, también en el magisterio social de la Iglesia hubo cierto olvido del Sur y la pérdida de la mirada sobre la realidad mundial desde la periferia. Francisco va a rescatar la óptica del magisterio social de Juan XXIII y de Pablo VI, tan bien asumida y profundizada por Medellín.
Con la globalización, el olvido del Sur
El abordaje de la “justicia y paz” en la perspectiva del Sur no va tener el mismo tratamiento en el magisterio social de Juan Pablo II y Benedicto XVI en relación al magisterio anterior. El
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Papa Juan Pablo II, en su persistente crítica al régimen comunista, del cual fue víctima su Polonia natal, en la encíclica Solicitudo Rei Socialis (1987), tenderá a volver a la óptica Este-Oeste: para el Papa, el subdesarrollo del Sur se debe, en gran parte, al enfrentamiento entre los dos bloques opuestos en el Norte – colectivismo marxista y capitalismo liberal (SRS 20). Sin embargo, con la “caída del muro de Berlin” (1989), en la Centesimus Annus (1991), el Papa revió su posición, aunque defendiendo que el sistema capitalista tiene ventajas en relación al sistema colectivista marxista (CA 33-34).
Una nueva encíclica social solo sería publicada casi dos décadas más tarde. Benedicto XVI publicó la Caritas in Veritate en 2009 y sin ninguna mención a la asimetría entre centro y periferia, entre hemisferio Norte y hemisferio Sur, entre “primer mundo” y “tercer mundo”. Para el Papa, en el nuevo contexto de una creciente globalización por la movilidad sin barreras del capital financiero, “el mundo se tornó policéntrico”, interligado mundialmente, sin fronteras. Sin embargo, no se puede olvidar que la globalización liberal globalizó los mercados, sin cambiar la asimetría entre países ricos y países pobres, en gran medida, asimetría todavía entre hemisferio Norte y hemisferio Sur. Con la globalización, Norte y Sur continúan existiendo, aunque de modo camuflado, pues el Norte está también dentro del Sur y el Sur se hace presente igualmente dentro del Norte.
El rescate de la mirada desde los pobres
Afortunadamente, el magisterio del Papa Francisco rescata el abordaje de la “justicia y paz” en la perspectiva del magisterio de los papas Juan XXIII y Pablo VI, y más concretamente en la óptica de Medellín. En tiempos de posturas anti-sistémicas, como el pensamiento decolonial y la afirmación de las epistemologías del Sur, en la promoción de la “justicia y paz”, el Papa vuelve a plantear realidades olvidadas como “neocolonialismo” y conflicto “centro-periferia”. Y más que eso, tal como ya lo había hecho Puebla, por primera vez el magisterio pontificio descalifica el sistema liberal capitalista, comúnmente visto como reformable o humanizable. El Papa Francisco, de manera clara e inequívoca, denuncia que “este sistema es injusto en su raíz”, pues promueve una “economía que mata” (EG 53). Esto es nuevo en el Pensamiento Social de la Iglesia, concretamente en el ámbito del magisterio pontificio.
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En la Evangelii Gaudium, en la Laudato Si’ y en los tres discursos proferidos a los Movimientos Populares,14 a los cuales nos vamos a restringir aquí, para la construcción de la justicia y de la paz, el Papa Francisco indica cuatro directrices básicas:
ver desde la periferia;
luchar contra las causas estructurales de la pobreza;
superar un sistema idólatra, que excluye, degrada y mata;
y contribuir para que los pobres sean actores protagonistas, no coadyuvantes.
Nada podría ser más profético y transformador y nos cuesta creer que un papa diga estas cosas, que alientan los procesos de aquellos que siempre creyeron que otro sistema económico, político, social y cultural es posible.
Ver desde la periferia
Afirma el Papa Francisco que hay “un nuevo colonialismo, que reduce los países a meros exportadores de materias-primas y mano-de-obra barata, generando miseria y migración, porque pone la periferia en función del centro”. El “poder anónimo del dinero” es una nueva forma de colonialismo.15 Pablo VI ya había denunciado “el imperialismo del dinero”, del sistema financiero diríamos hoy. Continúa existiendo un “centro”, cada vez más centralizador y concentrador de las riquezas saqueadas de las “periferias”, sean ellas hemisferio, países, pueblos o clases sociales.
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14 Francisco, “Discurso aos participantes no 1o. Encontro Mundial dos Mo- vimentos Populares”, Ex-Sala do Sínodo Terça-feira, 28 de Outubro de 2014, en: https://w2.vatican.va/content/francesco/ pt/speeches/2014/octo- ber/documents/papafrancesco_20141028_incontro-mondiale-movimen- ti-popolari.html; “Discurso aos participantes no 2o. Encontro Mundial dos Movimentos Populares”, Expo Feira de Santa Cruz de la Sierra (Bolívia), Quin- ta-feira, 9 de Julho de 2015, en: http://w2.vatican.va/content/francesco/pt/ speeches/2015/july/documents/papafrancesco_20150709_bolivia-movi- menti-popolari.html; “Discurso aos participantes no 3o. Encontro Mundial dos Movimentos Populares”, Sala Paulo VI, Sábado, 5 de novembro de 2016, en: http://w2.vatican.va/content/ francesco/pt/speeches/2016/novem- ber/documents/papafrancesco_20161105_movimenti-popolari.html.
15 Francisco, “Discurso aos participantes /2o. Encontro Mundial dos Movi- mentos Populares”.
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Frisa el Papa que la paz se funda no solo en los derechos individuales, sino también “en el respeto por el derecho de los pueblos, sobre todo el derecho a la independencia”. Por eso, insiste Francisco “digamos ‘no’ a las viejas y nuevas formas de colonialismo” y “digamos ‘si’ al encuentro entre pueblos y culturas”.16 Advierte sobre la tentación de salir a las periferias y “domesticar las fronteras”, expresión de resquicios del colonialismo todavía presentes en las relaciones interpersonales, interculturales e in- ternacionales. Prueba de eso es la vigencia de “un colonialismo ideológico globalizante, que procura imponer recetas supraculturales y no respetan la identidad de los pueblos”; es “la globalización de la indiferencia”.17 Por eso, anima el Papa a los movimientos populares que “continuemos a trabajar para construir puentes entre los pueblos, que superen los muros de la exclusión y de la explotación”.18
Luchar contra las causas estructurales de la pobreza
Construir la paz, fruto de la justicia, exige ir más allá de iniciativas filantrópicas o asistenciales. Afirma Francisco que “solidaridad es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales”.19 Son las tres “T” de los movimientos populares – tierra, trabajo, techo, elementos básicos de cualquier programa de inclusión social.
Advierte que “hay estrategias de ayuda que convierten a los pobres en seres domesticados e inofensivos”; la solución es “construir estructuras sociales alternativas, que pongan el ser humano en el centro”.20 Mientras se siga poniendo el capital en el centro, en lugar del ser humano, no habrá paz, pues no hay justicia, no solo
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16 Ibid.
17 Francisco, “Discurso aos participantes /3o. Encontro Mundial dos Movi- mentos Populares”.
18 Ibid.
19 Francisco, “Discurso aos participantes /1o. Encontro Mundial dos Movi- mentos Populares”.
20 Ibid.
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justicia distributiva, sino sobre todo justicia conmutativa,21 promotora del bien común, consecuencia del destino universal de los bienes, uno de los principios del Pensamiento Social de la Iglesia.
Es necesario “poner la economía al servicio de los pueblos, devolviendo a los pobres lo que les pertenece”. Eso remite a los Santos Padres que se refieren a lo superfluo como robo. Para el Papa, “la asistencia es transitoria, la inclusión es la respuesta”.22Como dice Benedicto XVI en la Encíclica Caritas in Veritate, el asistencialismo humilla al pobre, pues lo hace objeto de caridad y no sujeto de un mundo inclusivo de todos.
Superar un sistema idólatra, que excluye, degrada y mata
Para el Papa Francisco, el sistema capitalista, que se tornó global, impuso la lógica del lucro, de la exclusión social y de la destrucción de la naturaleza”;23 es “un sistema que para sobrevivir precisa hacer guerra y para centrar todo en el dinero precisa saquear la naturaleza”.24 Es una lógica perversa: sobrevivir por la guerra, que exige canalizar a ella todo el dinero, que solo se consigue con el saqueo de la naturaleza. En la Encíclica Laudato Si’, el Papa explicita y denuncia abiertamente este mecanismo. Por eso, el sistema económico actual es “un sistema insoportable: no lo soportan los campesinos, los trabajadores, las comunidades, los pueblos, ni la Madre Tierra”.25 Es un sistema que, poco a poco, va inviabilizando la vida humana y sus ecosistemas.
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21 Cf. Suma Teológica, IIa, IIae, q. 58 a 59. Cf. también J.I. González Faus, “Jus- ticia”, en Conceptos fundamentales del cristianismo. ed. por C. Floristán y J.J. Tamayo (Madrid: 1993), 657; P. Bigo y F. B. de ávila, Fé cristã e compromisso social. Elementos para uma reflexão sobre a América latina à luz da Doutrina So- cial da Igreja. (São Paulo: Ed. Paulinas, 1986), 170-171; Tamayo Acosta, “A la Paz por la Justicia. Praxis de Liberación”, Biblia y Fe 49, XVI, (1991): 71-78. 22 Francisco, “Discurso aos participantes /2o. Encontro Mundial dos Movi- mentos Populares”.
23 Ibid.
24 Francisco, “Discurso aos participantes /1o. Encontro Mundial dos Movi- mentos Populares”.
25 Francisco, “Discurso aos participantes /2o. Encontro Mundial dos Movimentos Populares”.
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Un nuevo sistema implica “un proyecto de vida que rechace el consumismo, recupere la solidaridad y el respeto a la naturaleza y ponga nuevamente el ser humano en el centro”.26 Todo comienza por un nuevo estilo de vida – la austeridad, que nos hará más solidarios y respetuosos de los límites de la naturaleza, en especial de los recursos naturales. Todo eso solo será posible si el ser humano fuera en centro de todo.
Contribuir para que los pobres
sean actores protagonistas, no coadyuvantes
Para Francisco, “el futuro de la humanidad no está en las manos de los grandes dirigentes; está fundamentalmente en las manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse”;27 “la revitalización de nuestras democracias, depende de la participación protagónica de las grandes mayorías”.28 En la Encíclica Caritas in Veritate, Benedicto XVI habla de la importancia de la “sociedad civil”. Francisco habla que el futuro de la humanidad está en las manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse y ejercicio de un rol protagonista en la gestación de una nueva sociedad.
Por eso, la edificación de un mundo de justicia y paz “exige superar el asistencialismo paternalista, creando nuevas formas de participación, que incluyan los movimientos populares”29 como protagonistas en los grandes procesos de cambio”.30 El Papa va más allá del protagonismo de los pueblos. Habla del protagonis- mo de los movimientos populares. Eso es nuevo en el magisteriosocial pontificio, un papa que cree y pone la esperanza en los movimientos populares, comúnmente vistos con desconfianza.
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26 Francisco, “Discurso aos participantes /3o. Encontro Mundial dos Movi- mentos Populares”.
27 Francisco, “Discurso aos participantes /2o. Encontro Mundial dos Movi- mentos Populares”.
28 Francisco, “Discurso aos participantes /1o. Encontro Mundial dos Movi- mentos Populares”.
29 Ibid.
30 Francisco, “Discurso aos participantes /2o. Encontro Mundial dos Movi- mentos Populares”.
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Sociedad argentina de teología
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Se trata de “en el camino de la justicia y de la paz, unir a los pueblos; los pueblos no quieren tutelas, ni interferencias”.31 El tema de la autodeterminación de los pueblos es una cuestión clara en el magisterio social pontificio a partir del Vaticano II, un derecho poco respetado en la política internacional de las gran- des potencias, tal como testifican muchas de las guerras regionales impetradas en los últimos tiempos, incluso bajo la legitimación de la ONU. No habrá paz duradera si no hay una relación de in- terdependencia entre las naciones, en el respeto a las diferencias, que al contrario de riesgo es siempre promesa de enriquecimiento mutuo. Para expresar la interdependencia entre los pueblos, Francisco recurre a la bella imagen del poliedro: “el poliedro re-fleja la confluencia de todas las particularidades, conservando la originalidad”.32
Concluyendo
En Francisco, 50 años después, ¡Medellín vive! Sus gestos, sus palabras y sobre todo sus iniciativas son expresión de la tradición eclesial liberadora, inaugurada por la Segunda Conferencia General. Y si Medellín vive, la esperanza de los pobres vive, pues al evento se remite la opción por los pobres,33 una Iglesia samaritana y profética, alimentada por el testimonio de los “mártires de las causas sociales”, que tiene en San Romero de América el primero a ser canonizado.
En la últimas décadas, la tradición eclesial liberadora, tejida en torno a Medellín, en el largo período de “inverno eclesial” de tres décadas, fue “brasa bajo cenizas”. El soplo de Francisco hizo arder nuevamente la llama del profetismo y de “una Iglesia pobre y para los pobres”. Estamos nuevamente lanzados en una misión compleja
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31 Ibid.
32 Francisco, “Discurso aos participantes /1o. Encontro Mundial dos Movi- mentos Populares”.
33 Cf. A. Brighenti, “Una Iglesia consecuente con los signos de los tiempos”, en Comentario bíblico-teológico latinoamericano sobre Medellín, ed. por J. de J. Legorreta (México: Buena Prensa), 35-39. Ver también M. McGrath, “Vati- cano II-Medellín. Iglesia de los pobres y teología de la liberación”, Cuestio- nes teológicas y filosóficas 63 (1998): 89-122.
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“El Espíritu del Señor está sobre mí”
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y llena de incertidumbres, en la edificación de un Reino de Paz, fundado en la Justicia. Pero, como decía K. Rahner, “la tesitura del riesgo, es la única garantía de futuro”. El Espíritu de Pentecostés continúa susurrándonos – “no tengan miedo” (Mt 14,27).
Agenor Brighenti Pontificia Universidad Católica de Paraná, Curitiba (Brasil)
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