Peregrinos de la Pastoral Popular: Filipuzzi y Tello

JORNADA JUAN PABLO FILIPUZZI – SEMINARIO JESUS BUEN PASTOR RIO CUARTO, 5 DE NOVIEMBRE DE 2018

Peregrinos de la Pastoral Popular: Filipuzzi y Tello en Río Cuarto



Pbro. Lic. Martín Simonassi

Es mariana y evangélica, mucho antes que una realidad sociológica, el pobre es una realidad teológica (Aporte de Filipuzzi en: CEA, 25 de abril de 1990).”

“Toda acción salvífica pasa por un sentido maternal de María... y esto nuestro pueblo lo siente mucho... no lo sabe expresar, pero nuestro pueblo es profundamente mariano(Tello, 1973, p. 2).”



A veinte años de la última peregrinación a la casa del Padre de Juan Pablo Filipuzzi deseamos conmemorar su vida y reconocer su camino de reflexión teológica pastoral con la exigencia de “asumir responsablemente el pasado como espacio de experiencia y memoria, el presente como ámbito de iniciativa y acción, para asumir el futuro con esperanza y así caminar tierra adentro o navegar mar adentro (Fernández, 2004, p. 125)”.

Luego de profundizar en el pensamiento de Filipuzzi, presentaremos el encuentro con otro destacado peregrino de la pastoral popular argentina: el padre Rafael Tello. Filipuzzi y Tello comenzaron a encontrarse en el camino de la reflexión pastoral desde 1973, cuando Juan Pablo residía en Buenos Aires con el proyecto de realizar su tesis doctoral sobre pastoral popular y empieza a participar del grupo de reflexión, ex COEPAL.1

La investigación se enmarca en la recepción original del Concilio Vaticano II que venía realizando la Iglesia Argentina desde 1967.2 Esfuerzo de encuentro y reflexión que culminarían con la Declaración de San Miguel en 1969. En este periodo, la Comisión Episcopal de Pastoral (COEPAL) y sus peritos, se dedicaban a “pergeñar las líneas-fuerzas abiertas por el Plan Nacional de Pastoral, dando cauce a la Pastoral de Conjunto en la

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1 Scanone manifiesta que “aunque la COEPAL dejó de existir como tal a principios de 1973, con todo, varios de sus integrantes siguieron reuniéndose y renovándose como grupo de reflexión teológica bajo el liderazgo intelectual de Gera”, en: (Scannone, Marzo de 2015).

2 Declaraba el Episcopado Argentino en 1967 que “así como la Iglesia en el Concilio tomó más clara conciencia de sí misma, y gracias a ese despertar de energías latentes, se presenta ante el mundo con un decidido propósito de rejuvenecerse no sólo en su espíritu, sino también en las normas que regulan sus estructuras canónicas y sus formas rituales; del mismo modo la Iglesia en Argentina y en toda América Latina [...] va tomando conciencia nueva de sí misma [...] quiere decir al mundo lo que ella piensa de sí misma; y cumpliendo el evangelio de Cristo, manifestar su solidaridad con todos los hombres que trabajan por la justicia y la paz” (CEA, 8 de junio de 1967).

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Iglesia argentina.3 Desde el documento de San Miguel hasta el año 1973, se desarrollará un proceso de asunción de la pastoral popular como orientación general y lanzamiento de líneas prioritarias promotoras de la acción conjunta que comenzando por la actualización conciliar, en los años sucesivos asumieron el catolicismo popular, la presencia misionera de la Iglesia y el matrimonio y la familia (Farrel, 1992, p. 248; Gera, 2007).

En ese contexto de 1973, Filipuzzi invitaría a Tello para animar la IXa Semana Pastoral del clero de Río Cuarto. En la historia diocesana, esta semana del clero figuraba como un año de “ejercicios espirituales”. Hoy, gracias al hallazgo de nueva documentación, podemos presentar las ponencias del padre Rafael, reconstruir la historia y los puntos de contacto entre la reflexión teológica-pastoral de Tello, Filipuzzi y la diócesis de Río Cuarto. La misma, refleja una época poco estudiada, cuando estos referentes necesitaban abrirse nuevos caminos para una teología argentina pensada desde la pastoral popular. Entendemos esta piedad popular como expresión de una fe católica inculturada, que comenzó en tiempos de Medellín, fue impulsada sobre todo desde la teología argentina y tuvo un fuerte eco en Pablo VI (EN 48), que invitaba a amar con caridad pastoral “la religión del pueblo” (Carlos María Galli, 2017, p. 123).

En la investigación anterior habíamos corroborado con fuentes la tradición oral de la diócesis de que Filipuzzi había participado de los encuentros y de estos grandes referentes de la teología argentina de los 70 (Simonassi, 2017). En este artículo, intentaremos descubrir los grandes lineamientos de su pensamiento. Respecto a su encuentro con el padre Tello, presentaremos algunos pasajes de esta valiosa conferencia que presentó en la diócesis, que necesitarán de ulteriores estudios.

En un tiempo en que se estaban forjando las grandes categorías teológicas en Argentina y Latinoamérica, intentaremos conocer los inicios de este pensamiento que luego influiría en la Evangelii Nuntiandi, se plasmaría a través de Gera en el documento de Puebla y Aparecida, y que hoy disfrutamos en el magisterio pastoral del Papa Francisco.

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 3 Cf. (Liberti, 2004, p. 160). (Forcat, 2015).

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A veinte años de la partida a la casa del Padre




Se cumplen veinte años de la muerte del padre Juan Pablo Filipuzzi. Nacido el 26 de Abril de 1941 en Laborde, fue bautizado el 11 de Mayo y confirmado a los siete años en el Santuario de Reducción. Ingresó con tan solo 11 años al Seminario Menor de Río Cuarto. En pleno Concilio, se ordenó sacerdote en su pueblo natal el 8 de agosto de 1964. Comenzó su tarea pastoral como vicario cooperador en Sampacho desde enero de 1965 hasta marzo de 1967 que fue enviado a estudiar a la Facultad de Teología de Buenos Aires. Residiendo en el Seminario de Devoto, a través de un exámen escrito y oral recibió la licenciatura en teología el 27 de agosto de 1968. Regresó a la diócesis como vicario cooperador de la Iglesia Catedral hasta marzo de 1973. En ese año, bajo la dirección de Gera, se traslada al Santuario de San Cayetano de Liniers, para comenzar el doctorado en teología con la tesis inconclusa sobre la religiosidad popular. Hasta marzo de 1975 permaneció en Buenos Aires, dónde se reunía una vez por mes con los referentes de la teología argentina. Junto a Rodríguez Melgarejo participarán en distintos congresos sobre religiosidad popular en Chile (1973 y 1977) y en la Universidad de Salamanca (enero de 1975). De regreso a la diócesis de Río Cuarto, en marzo de 1975, es nombrado cooperador parroquial en el Santuario en Reducción junto al padre Víctor Pugnatta hasta agosto de 1977. Durante este tiempo, los dos sacerdotes serían detenidos por lo militares. En agosto de ese año es nombrado cura párroco de Sagrados Corazones en la ciudad de Río Cuarto. El primero de marzo de 1985 asume como director de estudios en el Seminario Mayor Jesús Buen Pastor. Mientras reside en el Seminario, colaborara como vicario cooperador de Achiras. En septiembre del mismo año participaría del Congreso Internacional de Teología: “Evangelización de la cultura e inculturación del Evangelio”, cuyo presidente fue el padre Jorge M. Bergoglio (Colegio Máximo de San José & Universidad del Salvador, 1988). En 1992 es nombrado párroco de Las Vertientes. Muere el 1 de noviembre de 1998, a los 57 años de edad. Filipuzzi afirmaba que “la fe es una fuerza liberadora que no necesita ninguna ideología” ni que el cristianismo fuera “una ideología descremada”. Esa fe liberadora “se cristaliza en la fe del pueblo que en Cristo la Virgen y los Santos encuentran las razones más profundas de la dignidad humana”. Y quedará grabado su pensamiento en las Líneas Pastorales de 1990, según Gera, en el párrafo de la realidad del pobre que “es mariana y evangélica [...] mucho antes que una realidad sociológica, el pobre es una realidad teológica” (Humarán, 2008).

 

El desarrollo del pensamiento pastoral de Filipuzzi

La reflexión teológica-pastoral del padre Filipuzzi se inscribe en el movimiento de grandes teólogos que realizaron una verdadera “inculturación” teológica en la realidad argentina iluminada por la “mística popular”.4 Luego de su formación humanista-teológica inicial en el seminario de Río Cuarto, a cargo de los Padres dela Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María de Palma de Mallorca (Costa, 2004, pp. 215-259), realizó la licenciatura en teología en la

Pontificia Universidad Católica Argentina. De regreso en la diócesis, trabaja en la preparación del Sínodo Mundial de Obispos de 1971, que invitaba a reflexionar sobre la justicia y el sacerdocio ministerial.5 Junto al padre Ignacio Costa realizaron un documento de síntesis sobre la realidad del clero de Río Cuarto y lo presentaron en el encuentro regional de delegados en junio de 1971 en la Villa Manuela de La Salle de Córdoba (Juan Pablo Filipuzzi & Costa, junio de 1971). Entre los delegados de las diez diócesis de la región, “fueron elegidos como delegado y suplente respectivamente, los Dres. Pbro. Juan Filipuzzi, delegado pastoral de Río Cuarto; y Pbro. Julio Guzmán, delegado elegido por el presbiterio de La Rioja”, para participar de la Asamblea Plenaria de la CEA de junio de ese mismo año (Obispos de la Zona Centro-Cuyo, junio de 1971). Hoy tenemos en la biblioteca del seminario de Río Cuarto estos valiosos documentos con los

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4 “Nuestra piedad popular, mayoritariamente, es expresión de la fe católica inculturada. En América Latina se da un círculo hermenéutico entre la noción de Pueblo de Dios y la realidad de la piedad popular, que se manifiesta, por ejemplo, al pedir y celebrar el bautismo, o al peregrinar a los santuarios. La mística popular expresa una experiencia viva del Pueblo de Dios y este concepto ofrece una iluminación eclesiológica flexible. Esta convicción impulsa a hacer teología tratando de asumir la expresión religiosa del sensus fidei fidelium del pueblo cristiano. Con razón afirma Kasper que esta doctrina fue olvidada en la teología postconciliar pero, en honor a la verdad, quiero decir que ha sido constante en la reflexión teológica argentina”, en: (Ascuy, 2015). Carlos Galli presenta como uno de los causes abiertos de de la investigación esta “inculturación” teológica en nuestra realidad argentina desde la “mística popular católica”, en: (Carlos María Galli, 2013), p. 152.

5 Fue la II Asamblea General Ordinaria, realizada desde el 30 de septiembre al 6 de noviembre de 1971, se reflexionó sobre "El sacerdocio ministerial y la justicia en el mundo". Estos Sínodos tienen origen en el discurso inaugural de la última sesión del Concilio del 14 de septiembre de 1965, “tenemos la alegría de anunciaros la institución, tan deseada por este Concilio, de un Sínodo de los Obispos que, compuesto de obispos, nombrados la mayor parte por las Conferencias episcopales con nuestra aprobación, será convocado, según las necesidades de la Iglesia, por el Romano Pontífice, para su consulta y colaboración, cuando, para el bien general de la Iglesia, lo considere oportuno”. Este Sínodo de 1971, que muchos estiman “olvidado” y solo está disponible en portugués en la página oficial de la Santa Sede, reflexionaba sobre “la acción en favor de la justicia y la participación en la transformación del mundo” que se “presenta claramente como una dimensión constitutiva de la predicación del Evangelio, es decir, la misión de la Iglesia para la redención del género humano y la liberación de toda situación opresiva”. (Sínodo de los Obispos, 1971).

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resultados de las consultas a los sacerdotes de todo el país.6 Fruto de este trabajo de consulta, surgió el informe “sintético de la opinión de los sacerdotes de la Argentina”, realizado por Filipuzzi y los demás “delegados de los presbíteros de cada Región eclesiástica”, que sería enviado a Roma para ser trabajado en el Sínodo de los Obispos de ese año (Delegados de los Presbíteros de Argetina, 1971).7

Otra etapa del pensamiento de Filipuzzi se desarrolla siendo vicario de la catedral de Río Cuarto y delegado diocesano para el diálogo ecuménico. Junto al padre Cándido del Val, participarán de diversos encuentros ecuménicos que nos permiten descubrir la reflexión teológica de la revelación bíblica desde una perspectiva latinoamericana. El primero fue en la Catedral el 23 de mayo de 1971.8 En septiembre del mismo año se realizó una conferencia sobre la “no violencia activa liberadora” dictada por el obispo Metodista Carlos Gattinoni. Del 4 al 8 de octubre se realizó una Semana Bíblica en la Parroquia de los Sagrados Corazones. Al año siguiente, participó de la segunda celebración ecuménica en la Iglesia Catedral y participó del Curso Nacional de Ecumenismo en la Montonera entre el 10 y el 15 de julio dónde el padre Cándido era uno de los disertantes. Una ponencia de Filipuzzi fue: “Biblia, Palabra de Dios para todos y para todos los tiempos”. En ella descubrimos su aproximación a la Biblia que implica un “compromiso vital”, donde la Palabra viene a iluminar la vida concreta del latinoamericano partiendo de “su situación

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6 Entre los documentos se conserva la “oración para antes de las reuniones”, la hermosa oración Adsumus de San Isidoro de Sevilla Esta oración, que se encuentra redactada en latín, comienza rezando: “Adsumus, Dominus Sancte Spiritus, adsumus, peccati quidem immanitate detenti, sed in Nomine Tuo specialiter congregati” (“Aquí estamos, Señor, Espíritu Santo, aquí estamos frenados por la inercia del pecado pero reunidos especialmente en Tu Nombre. Ven a nosotros y permanece con nosotros dígnate penetrar en nuestro interior, enséñanos lo que debemos hacer, por donde deberíamos caminar, y muéstranos lo que debemos practicar para que con tu ayuda sepamos agradarte en todo. Se Tú el único inspirador y realizador de nuestras decisiones. Tú el único que, con Dios Padre y su Hijo, posees un nombre glorioso. No permitas que quebrantemos la justicia. Tú que amas la suprema equidad, que la ignorancia no nos arrastre al desacierto, que el favoritismo no nos doblegue, que no nos corrompa la acepción de personas o de cargos. Por el contrario, únenos eficazmente a Ti solo con el Don de Tú gracia, para que seamos uno en Ti y en nada nos desviemos de la verdad. Y lo mismo que estamos reunidos en Tú nombre, así también mantengamos en todo la justicia, para que hoy, nuestras opiniones, en nada se aparten de Ti. Y, en el futuro, obrando rectamente, consigamos los premios , con la presentación eternos. Amén.”).

7 “Los delegados de las regiones fueron los siguientes: Juan Muñoz (NOA), Aldo Martini (NEA), Juan Filipuzzi (Centro-Cuyo), Gerardo Farrell (Gran Bs. As.), Vicente Vetrano (La Plata), Amadeo Dilulio (litoral), Pascual Rodríguez (Comahue) y Luis Zanini (Entre Ríos)”, en:, Sínodo.

8 Se encuentra una nota del diario “El Pueblo” que informaba lo sucedido. Por otro lado, Juan Pablo archivó una reacción adversa que se titulaba “Trasbordo ideológico”. Esa nota advertía sobre una “credulidad” o falta de “advertencia” para quienes viajando al “cielo” terminen trasbordando hacia el “infierno”. Los sutiles “pasos” que llevarían a este trasbordo serían los siguientes: “al católico” se le hace creer que es lo mismo ser “simplemente cristiano”, al simplemente cristiano se le hace creer que es lo mismo “caritativo que generoso”, luego que es lo mismo “dar lo propio que lo ajeno”, que es “deber de todos dar lo ajeno” y, por último, todos los que “dan lo ajeno se llaman guerrilleros”. Es un recorte de periódico sin referencias firmado por Julio Fotheringham anexado a la jornada del 23 de mayo de 1971: “Hay una gran diferencia entre católico y simplemente cristiano, y pese a los abrazos, sonrisas que se crucen e incluso comunes ceremonias que se realicen que católico esta separado del simplemente cristiano por un abismo”.

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social de injusticia que origina tremendas tensiones y dramas humanos”. Desde esa realidad, se debe preguntar: “¿qué le dice el diluvio por ejemplo?”. Continuaba afirmando que “¡solo se entiende la Biblia si se la vive!” Porque la historia de salvación es “historia que se continúa conmigo”, el texto bíblico “para nosotros”. A través de la afirmación universal de que “Cristo vino a salvarnos” y de la aplicación al hombre latinoamericano se preguntaba: “¿de qué me tengo que salvar yo hoy por la fe en Cristo?”. Su respuesta expresaba una teología encarnada en Latinoamérica donde la salvación se traduce liberación:

“Hoy en Latinoamérica muchos cristianos tienen cómo sinónimo de salvación: «liberación». Liberación de unos efectos del pecado en los hombres, como es la situación de injusticia! Injusticia-pecado que parte del corazón de otros hombres que oprimen! La salvación es algo individual pero también social, y así es que decimos que existe una “estructura de pecado”. El pecado está en los hombres! (piensen en una empresa; no es la máquina la que peca, sino los que responsablemente son causa del mal en tal o cual hombre) La estructura injusta sí es la realización del pecado. En esta línea espera ser liberada, a la luz de la Biblia, toda la masa oprimida de Latinoamérica, y cualquier otra persona o nación que examine su situación similar a la luz de la Biblia (Juan Pablo Filipuzzi, 4-8 de octubre de 1971)”.

Otro paso importante de su itinerario teológico pastoral se inició a principio de 1973, cuando se instala en Buenos Aires para realizar su tesis doctoral.9 Su residencia en el barrio porteño de Liniers, en el Santuario de San Cayetano, será una experiencia providencial y enriquecedora. El santuario tenía un equipo moderno y renovador, encabezado por el Ángel Sallaberremborde como párroco (1970-1976) y como vicarios parroquiales a Guillermo Rodríguez-Melgarejo, Miguel A. Lagilla y Eduardo Ridano, quienes aggiornaron la parroquia con la pastoral popular, la nueva liturgia y una actualizada predicación, además de introducir diversas reformas en el templo. Un reportaje que le realizaron a Filipuzzi junto a este equipo de pastoral, nos permite conocer el espíritu de esta renovación del Santuario. Rescatamos la reflexión final sobre la evangelización que expresa su pensamiento:

“A veces, cuando se habla de la secularización se lo hace como si la misma fuera una especie de determinismo histórico de avance inexorable. No creemos mucho en una visión así. Pensamos que si la iglesia continúa y revitaliza permanentemente su dimensión misionera y evangelizadora no tiene sentido mirar a la secularización como a una especie de fatalismo histórico. Pensamos más bien que el proceso de secularización es un llamado a la iglesia para que cumpla con mayor heroísmo y espíritu evangélico su propia misión: «Vayan a todos los pueblos y háganlos discípulos míos (Juan Pablo Filipuzzi, Sallaberremborde, Lagilla, Frassia, & Rodríguez Melgarejo, 1975, p. 316)”.

En abril de ese año lo encontramos escribiendo algunas “observaciones” de la vida de los peregrinos que visitaban el Santuario y “anotaciones” de sus reuniones de reflexión

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9 Mons. Blanchoud le escribía al cardenal Aramburu una carta pidiendo que aceptara como residente al padre Filipuzzi. Le informaba que viajaba para “preparar su tesis doctoral” y que su tema central sería la “Pastoral popular”. Que “para ello le será necesario disponer por los menos de dos años”.

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pastoral con el grupo San Cayetano. Lo descubrimos reflexionando en diálogo con los teólogos de la Facultad de Teología de la UCA, gracias al borrador de su planteo de su tesis sobre pastoral popular, que dirige a Gera y las correcciones que realizó luego de un encuentro con Giaquinta redactando sus “motivaciones para el planteo el planteo provisorio de tesis” (Juan Pablo Filipuzzi, 1973a).

Gracias a Rodríguez Melgarejo, sabemos que Filipuzzi se reune con el nuevo equipo de reflexión pastoral, los ex peritos de la “finada” COEPAL. En estos encuentros con el padre Tello, Filipuzzi debió invitarlo para realizar una conferencias al clero de Río Cuarto en la Semana de Pastoral de ese año, más abajo presentaremos este documento inédito que será de gran utilidad para descubrir confluencias con el pensamiento de Filipuzzi y la tradición teológica-pastoral diocesana (Tello, 1973).

Este grupo de teólogos, con la participación de Filipuzzi, organizaron un Seminario sobre Religiosidad Popular. En el mismo, Juan Pablo coordinó el plenario final. El padre Gera informaba que participaron en el encuentro “nueves curas, doce religiosas y veintidós laicos” y expresaba la situación de este equipo que se estaba reconfigurando:

“Somos un equipo que trabajamos desde hace varios años juntos, que no tenemos nombre, porque ya no podemos decir que somos peritos de la COEPAL. Somos los innominados, pero que nosotros lo llamamos equipo, y puede ser de pastoral, de reflexión pastoral o el equipo de pastoral popular (AAVV, 7-9 de septiembre de 1973, p. 2).”

Además de Filipuzzi y Gera, el documento identifica a Mons. Angelelli, Vernazza y Tello.10

Las intervenciones de Filipuzzi, nos acercan a su capacidad de síntesis y comunicación, ante un participante que no conocía el camino recorrido por este equipo, respondía:

“La Comisión Episcopal de Pastoral nació para preparar y orientar [el] Plan Nacional de Pastoral de Conjunto. Y dentro de las tareas que realizó, organizó un equipo de peritos que a través de su trabajo, plantearon un proyecto o una forma que se llama Pastoral Popular, y que tuvo su documento base en San Miguel. Y que

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10 El mismo obispo de la Rioja Enrique Angelelli compartía la originalidad que había tenido el Consejo Pastoral Nacional (CPN): “Yo creo que dada la experiencia que hemos tenido en la finada COEPAL, creo que se podrían tomar algunos elementos de esa experiencia, y proyectarlos ahora al futuro, teniendo en cuenta también lo que aquí se dijo. O sea, entre los organismos que tenía la COEPAL existía -porque creo que ya no existe más- el Consejo Nacional de Pastoral. Ese Consejo cumplía y creo que cumplió una misión bastante rica por lo menos hemos sentido la influencia de ese organismo en el orden nacional [para que] no se quedara en una parte puramente intelectual o circunscripta a Buenos Aires [...] Logró oficialmente, desde la diócesis, los delegados pastorales. Ese delegado debía recoger la vida del lugar, la vida eclesial, y la traía y la volcaba en un gran Consejo, donde nos juntábamos cuarenta, cincuenta y aún cien. Fueron gradualmente y entraron religiosas, y entraron laicos. Tenían que existir Consejos Pastorales en las diócesis, pero al Concilio no se le ocurrió inventar el Consejo en el orden nacional y nosotros lo inventamos [...] reflejaba en gran parte a las bases y al tiempo se llegaba a una reflexión honda, se daban pautas también de acción pastoral. Y yo propondría [...] que sí se creara una cierta organicidad e institucionalización a modo como fue el Consejo Pastoral Nacional”, en: (AAVV, 7-9 de septiembre de 1973, pp. 5-6).

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 trató de articularse a través del Consejo Nacional de Pastoral y otros organismos, con políticas para lograr lo que planteaban ese documento. Esa Comisión Episcopal de Pastoral como tal, nucleó a un grupo de gente que empezó a trabajar en la linea de la PP. en la actualidad ya no sigue siendo una Comisión del Episcopado nacional, ha pasado a otras manos, y entonces está el planteo que estamos haciendo (AAVV, 7-9 de septiembre de 1973, p. 5).”

Al presentar distintas propuestas respecto al modo que debería trabajar el nuevo equipo, expresaba:

“Hay dos maneras distintas de implementar la propuesta [...] Creo que no son contrapuestos; que de alguna manera son dialogales, pero habría que preguntarse seriamente: el grado de organicidad, de institucionalización y todo lo demás ¿tiene que nacer de acá, o tiene que nacer de las bases que se coordinan, y que de esa manera buscan la cooperación del equipo, porque encuentran en el equipo una reflexión pastoral que los alienta a seguir en el camino. Yo creo que los movimientos tienen que ser de los dos lados, pero depende dónde se ponga el acento. Creo que eso sería importante en la reflexión (AAVV, 7-9 de septiembre de 1973, p. 7).”

Avanzado el debate y ante la variedad de opiniones, Juan Pablo vuelve a realizar una síntesis esclarecedora:

“Hay fuerte acento en mantener la tarea del equipo que trabajaba en la COEPAL y reforzar la presencia de esa línea pastoral dentro de la realidad argentina. Eso me parece que es coincidencia muy amplia. Pienso que hay un grado de coincidencia básica en que para eso es necesario que realice tareas y se citan: encuentros en el interior, Centro de Documentación, mesas de trabajo, alguna referencia de apoyo a los obispos que pudieran estar en esa línea. Se cita el continuar tratando de auscultar un poco la opinión de las bases de la Iglesia argentina, retomando lo válido del CPN (AAVV, 7-9 de septiembre de 1973, pp. 8-9).”

Por último, reconocía la necesidad del aporte final del padre Tello:

“No es que estemos con posiciones distintas, sino que estamos inseguros. Algunos lo afirman y otros ven las dificultades. Y entonces acudimos a consultar a un buen práctico, a un buen conductor. No sé Tello si querés contestarnos... (AAVV, 7-9 de septiembre de 1973, p. 9).”

El encuentro se cierra con una demostración de confianza de parte de Mons. Angelelli y las palabras del padre Tello.11

El padre Juan Pablo continúa formando parte activa del equipo, según lo confirma el testimonio de Nemesio Filipuzzi, hermano de Juan Pablo, Rodríguez Melgarejo le dijo que “todos los meses se juntaban Juan Pablo, Él, Giaquinta, Gerardo Farrell, Justino O’ Farrell, Gera y Tello y debatían sobre religiosidad popular”. El equipo le pide que elabore un documento preparatorio para un segundo encuentro nacional sobre pastoral popular. Este documento se encuentra de modo parcial en el fondo Filipuzzi. A partir de la primera página y algunas notas en la hoja final, podemos aproximarnos a su pensamiento.

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11 Decía Tello que “el equipo de trabajo tendría que comenzar a trabajar en estas áreas: información, servicio de documentación, pero a través de eso, una información que vaya conectando, estableciendo conexiones [...] También empezar a pensar la forma del encuentro nacional y comenzar como equipo a ver las posibilidades de una cierta tarea de coordinación. Que puede hacerse con instituciones que ya están, o movimientos que están ya en marcha: los obispos populares, el MICAR, CONFER, el Movimientos de Renovación de Vida Religiosa; Ligas Agrarias, INCUPO, etc. [...] Información, encuentro nacional y coordinación con movimientos [...] Serían como las tres áreas principales para empezar a trabajar como equipo”, en: (AAVV, 7-9 de septiembre de 1973, p. 14).

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En el marco de la preparación del Sínodo de donde surgiría la perla preciosa de la Evangelización, la Evangelii Nuntiandi, Filipuzzi prepara el seminario:

“Sus objetivos serán brindar un lugar de encuentro que haga posible el intercambio de experiencias entre quienes están interesados por intentar una acción de pastoral popular; dar a conocer a los participantes reflexiones sobre el tema de Evangelización, que tratará este año el Sínodo; y ubicar en la perspectiva de lo que hoy acontece la tarea de pastoral popular (Juan Pablo Filipuzzi, 1974, p. 1).”

En la primera nota, expresaba el camino recorrido por el nuevo equipo de reflexión:

“La reflexión presente se nutre e identifica con la tarea realizada por el equipo de peritos de la COEPAL, de la Conferencia Episcopal Argentina. Este equipo fue convocado por los obispos en 1966 para redactar el Plan Nacional de Pastoral y asesoró la tarea de la COEPAL hasta mayo de 1973. La reforma de los Estatutos de la CEA hizo que dejara de realizar este servicio. La tarea de reflexión continúa ahora como la de un Equipo de Pastoral que responde a las necesidades que se presenten (Juan Pablo Filipuzzi, 1974, n. 4).”

Párrafo seguido de esta nota al pie, Filipuzzi expresaba sus sentimientos respecto a su tarea en este trabajo de equipo:

“El usar en mi ponencia la primera persona es un poco pretenciosa. Mi trabajo en el equipo comenzó recién en marzo de este año. El esfuerzo por ser fiel reflejo del pensamiento del grupo, espero alcance indulgencia para mi pretención (Juan Pablo Filipuzzi, 1974).”

Al año siguiente, se realizó en San Miguel, Buenos Aires, el II Seminario de Pastoral Popular, desde el 20 al 23 de junio de 1974. El número de participantes aumentó de 43 a 250. Gracias a la síntesis teológica de Filipuzzi, podemos conocer el aporte y la originalidad de la teología argentina. Lo descubrimos en su ponencia que introduce este segundo encuentro.

En primer lugar, presentaba la perspectiva y el método de trabajo:

“La perspectiva, de alguna forma, nos la dará la opción de pastoral popular [...] Ya en Juan XXIII, en la Constitución sobre la Iglesia en el mundo moderno, del Vaticano II, sobre todo en los documentos de Medellín, la Iglesia ha intentado realizar su tarea de reflexión pastoral y de renovación, a partir de un método equivalente a: ver, juzgar y obrar. Y tratar de descubrir, desde la fe, la situación, la historia por la que se arriba a esa situación; tratar de iluminar esas situaciones desde la fe, con los criterios y contenidos teológicos, para encontrar así el camino que la lleve a elaborar las propuestas concretas de acción que le permitan hacer presente su misión en medio de una determinada situación (Juan Pablo Filipuzzi, 20-23 de junio de 1974, p. 5).”

Luego de presentar el método teológico, Filipuzzi presenta a los que encargados de coordinar el ver, juzgar y obrar. En primer lugar, en el “ver”, descubrimos los fundamentos del diálogo de la teología argentina con una perspectiva histórica. Advierte que este momento estará a cargo de Farrell, y consistirá en:

“la justificación de por qué, para poder VER los problemas que plantea el mundo actual a la evangelización, y para encontrar un camino que dé mayor vigor a la tarea evangelizadora dentro del Pueblo de Dios, hace falta analizar la situación en la perspectiva del movimiento histórico, o sea, leer los signos de los tiempos desde la historia, o intentar hacer una interpretación teológica de la época contemporánea; para ello le hemos entregado una ficha con un discurso que el Papa Pablo VI expuso para explicar (Juan Pablo Filipuzzi, 20-23 de junio de 1974).”

Prosigue Juan Pablo y presenta el “juzgar” y su coordinador que “la segunda etapa dará un poco como el contenido o los criterios teológicos que tenemos que manejar para poder realizar el juicio desde la fe, de esta situación histórica [...] a cargo del P. Gera (Juan Pablo Filipuzzi, 20-23 de junio de 1974, p. 6).”

Por último, al presenta la tercera etapa que reflexionaría sobre el “obrar” pastoral:

“Esta tercera etapa estará a cargo de algunas reflexiones del P. Boasso y el P. Tello [...] desde una opción de pastoral popular, que pretende partir en sus planteos pastorales desde el pueblo, con 250 personas [...] nos encontramos con limitaciones muy fundamentales que son el tiempo y el número [...] por lo tanto [...] hemos tomado simplemente dos puntos sobre los que trataremos de trabajar [...] según los papeles que hemos recibido como respuesta al cuestionario, había dos puntos en los cuales se insistía y que será un poco la tarea de elaboración pastoral [...] religiosidad popular y otro el tema de la opción hoy, con lo que hoy significa en la Argentina (Juan Pablo Filipuzzi, 20-23 de junio de 1974).”

Culminaba Filipuzzi, deseando que no solo el seminario “salga bien”, sino que significara para la vida y la tarea que cada uno realizaba por el pueblo, “algo concreto y real”.

Compartiendo su reflexión en el ámbito latinoamericano

En el Santuario de San Cayetano el padre Filipuzzi entablará una gran amistad con uno de sus vicarios, el padre Guillermo Rodríguez Melgarejo. Con él participarán en distintos encuentros internacionales donde pudieron compartir la reflexión del equipo de pastoral popular y su experiencia en la pastoral de santuarios (Juan Pablo Filipuzzi et al., 1975).12

El primer Encuentro Latinoamericano de Religiosidad Popular en Chile, se realizó del 3 al 6 de diciembre de 1973. Disertaron el padre Filipuzzi y Guillermo sobre “Secularización y Pastoral Popular”.13 Investigando en el fondo Filipuzzi, solo encontramos una síntesis del debate de esta ponencia sobre el “Proceso” de secularización, la “Teología de la secularización”, los “principios generales de Pastoral Popular”. El debate se realizó sobre los temas “secularización y marxismo; pueblo y elitte; gracia, cultura y pueblo” (Juan Pablo Filipuzzi, 1973a). La publicación de este encuentro no incluyó a esta ponencia aludiendo a la “falta de cintas de grabación”, pero

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12 Tenemos registros de dos encuentros de Religiosidad Popular realizados en Chile que se realizaron en 1973 y 1977. También, gracias al testimonio del padre Guillermo, de dos conferencias que realizaron en la Universidad de Salamanca durante los primeros meses de 1975, dónde afirma que Juan Pablo coordinaría el debate “brillantemente”.

13 Es curioso que las distintas ponencias se editaron en un libro menos la de ellos. Con el nombre “Religiosidad y fe en América Latina”, el prólogo presenta las “más sentidas excusas a quienes trajeron un aporte estimulante desde Argentina, los PP. Guillermo Rodríguez y juan Filipuzzi, miembros del equipo San Cayetano”. Las razones de aducidas son “fallas técnicas en la grabación y pérdida de cintas grabadoras” que representaba una “mutilación seria en la publicación de este Encuentro” (AAVV, 1975, p. 5).

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podemos comprenderlo mejor si consideramos que la junta militar chilena había derrocado a Allende en septiembre de ese año. Gracias a un reportaje que le hiciera la revista Latinoamérica, podemos reconstruir esa ponencia (Juan Pablo Filipuzzi, 1973b).14

A través del segundo Encuentro Latinoamericano de Religiosidad Popular, descubrimos como la reflexión teológica de Filipuzzi se enfoca en la pastoral de santuarios. Este encuentro también fue organizado por la Universidad Católica de Santiago de Chile en mayo de 1977. La ponencia del padre Filipuzzi lleva el nombre de “Experiencia de Pastoral Popular y extensión de la presencia física de la Iglesia en Santuarios, barrios y ambientes rurales”.

En el primer punto, Filipuzzi describe los santuarios de Argentina de las distintas regiones del país, teniendo en cuenta “aquellos lugares de culto donde habitualmente se verifica una concurrencia masiva que excede la feligresía de una parroquia”. Desarrolla la historia de la Pastoral de Santuarios, desde el 1er encuentro en Reducción en 1969 hasta el 5° en Villa Bustos. Allí, presenta las conclusiones de los rectores, para quienes los santuarios:

“a. Surgen de la iniciativa de Dios que se manifiesta allí de un modo particular y son un lugar privilegiado de culto. b. En ellos se da una experiencia de encuentro con Dios y con los hombres, que tenemos que ahondar y llevar a una creciente maduración en la fe. c. Son un bien del pueblo argentino. d. Tienen un lugar fundamental dentro de la Pastoral de Conjunto (Juan Pablo Filipuzzi, 1977, p. 160).”

Aquí podemos encontrar una teología de la piedad popular que canta y camina en Argentina. El tercer punto de su trabajo, reconoce que “el cariño del pueblo por sus santuarios llamó a la reflexión”, que la “situación dura que toca vivir al latinoamericano, descrita por Medellín, sensibilizó a los agentes de la pastoral”, y que derivó en “orientar una tarea de comprensión y amor”. El quinto punto presenta las experiencias pastorales respecto a los sacramentos, las promesas, las bendiciones y las peregrinaciones, dónde el “peregrino, testimonio de Fe y Esperanza, siempre llega al Santuario”. En el punto sexto, presenta dos problemas particulares, la “Difunta Correa” y “Ceferino Namuncurá”. Reconoce los abusos respecto a este último, que para la gente ya era “san Ceferino”, y

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14 En la misma revista, el padre Filipuzzi escribía el artículo Puede celebrar la Navidad el pueblo Latinoamericano: “En la cultura popular latinoamericana lo festivo y celebratorio tiene gran importancia. Aun en el Altiplano, una de las zonas más marginadas de nuestra Patria Grande, con un clima difícil y una postergación secular, el carnaval termina con una gran borrachera. Somos capaces de cantar y festejar hasta cuando el canto y el festejo estén marcados por la tristeza y melancolía de saber que la vida y la historia todavía no son para nosotros un canto y un festejo. Para poder seguir luchando, para acrecentar la esperanza de que la vida libre es posible, para expresar nuestra confianza en un Dios que es Padre y providente, tenemos que celebrar la Navidad. Navidad es esa esperanza expresada en la celebración de Niño-Dios. El pesebre pobre y humilde marcado por una estrella que es luz en la oscuridad y llama a todos a creer en la vida y luchar para que la nuestra sea vida de pueblos libres y dueños de su destino (Juan Pablo Filipuzzi, 1973b).”

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comenta que los rectores le pidieron a la CEA “solicitar la pronta beatificación como medio de orientar esa devoción más adecuadamente”. Por último, se ocupa de la presencia de la iglesia en los barrios y ambientes rurales, concluye el padre Filipuzzi:

“Estas experiencias tuvieron a veces resultados negativos. Pero cambió la orientación cuando se trató de partir de la situación del pueblo. La visita de la Virgen a los hogares y novenarios de difuntos, la aparición de catequistas y aún seminaristas provenientes de ambientes populares, y el diálogo permanente fue haciendo descubrir la importancia y riqueza de muchas formas populares y tradicionales de devoción religiosa (Juan Pablo Filipuzzi, 1977, p. 163).”

Recordemos que esta reflexión, Filipuzzi la realiza desde su experiencia pastoral desde la diócesis de Río Cuarto, ya que en marzo de 1975 regresa de Buenos Aires al Santuario de Reducción. En Reducción, Filipuzzi y el padre Víctor Pugnata, buscarán renovar la pastoral popular hasta el año 1977.

Peregrino de la pastoral popular: Tello en Río Cuarto






El Papa Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires, destacó la figura del padre Tello, quien “durante su vida pública, dispensó generosamente la luz de su sabiduría como profesor de esta Facultad, como perito teológico de la COEPAL y como animador de un sin número de iniciativas pastorales (Bianchi, 2012, Presentación)”.15 Podemos constatar que en la diócesis de Río Cuarto siempre se ha valorado esta

pastoral popular plasmada en el magisterio del Papa Francisco. Un momento significativo en la historia pastoral de nuestra diócesis es sin dudas la Semana Pastoral del clero de Río Cuarto del año 1973.

Este documento inédito, se encuentra en el archivo de la BAF del Seminario de Río Cuarto. Existen dos copias, una se encuentra con los apuntes del padre Filipuzzi, la otra junto a los documentos que donó el padre Víctor Fernández. La ponencia se titula “Charlas del p. Tello en la Semana de Pastoral de 1973”, presenta 38 páginas tamaño legal mecanografiadas fruto de la desgravación de las distintas conferencias. Contiene ocho conferencias referidas a: la Iglesia; el pueblo; papel de la Iglesia en la organización del pueblo; proceso cultural del pueblo; pastoral diocesana de conjunto; evangelización, catequesis, sacramentos; organización de las bases; movimiento popular.

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15 Continuaba Bergoglio que “tal vez la más conocida de ellas sea la peregrinación juvenil a Luján, que sigue hasta hoy y es uno de los acontecimientos más fecundos de la vida de nuestra Iglesia”, cf. (Fernández, 2004), (C.M. Galli, Dotro, & Mitchell, 2004), (Seibold, 2016).

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En la primera página, luego del índice del contenido, encontramos una nota del “desgrabador” que advierte:

“Los presentes apuntes de las charlas de Tello fueron sacadas de las grabaciones. Por razón de espacio se suprimieron unos pocos pasajes de menor importancia. El escrito es copia fiel, salvo errores de “oreja”. De todos modos nos hacemos responsables de cualquier error, por cuanto no existió ni autorización, ni menos aún revisación de los textos por parte del autor. A nadie se le escapa que la puesta por escrito de un lenguaje hablado, al ser despojado del tono y de la expresión, adolece de serios defectos, a tal punto que puede falsear el contenido doctrinal. Por razones obvias se suprimieron nombres y referencias a problemas personales (Tello, 1973).”

La primera ponencia nos permite descubrir algunos aspectos de su eclesiología. Al hablar de la Iglesia y de lo que significa una salvación integral, Tello enseñaba:

“¿Qué es la salvación? Y viene la teología del mundo civilizado, muy influido por la teología helénica, sobre todo después del renacimiento humanista y dice: salvación es salvación del alma, salvación eterna en el cielo. Eso entra en la gente. Nuestra gente conserva una dimensión más universal. Porque para nuestro Pueblo salvación es: está enfermo y se cura; no tiene trabajo y lo consigue. ¿Eso es salvación? SI! A mí no me cabe dudas. Y creo que a nivel evangélico no puede caberlo. Como la salvación (como dice Medellín: “salvar a todo el hombre y a todos los hombres”), la salvación escatológica en el Reino de Dios, es también temporal, es una salvación que se anticipa en todo el proceso temporal (Tello, 1973, p. 3)”.

Otro aspecto importante que acentuaba el padre Rafael, al presentar que la salvación es “dada a los pueblos”, que estos pueblos se definen por su unidad cultural y su proceso histórico:

“La cultura es el modo como un hombre enfrenta la vida, la posición que toma frente al mundo, frente a los demás, frente a sí mismo. Los valores que se reconocen y que guían su acción. La cultura no es una cosa intelectual, es una posición humana ante la vida. Esta cultura se da en un ser histórico, e. d., es un proceso histórico, el pueblo siempre es una historia, con sus coyunturas propias, buscando un modo como realizarse, dice Pablo VI en la Populorum Progressio. Entonces, la salvación se da a naciones, que son unidades globales, culturales, con un proceso histórico, y en esas naciones [...el individuo] es tocado por la gracia de Dios siempre personalmente. Pero esa gracia de Dios, ese anuncio de la Palabra le llega principalmente y fundamentalmente del ser de esa comunidad (Tello, 1973, p. 4).”

Encontramos una perlita del padre Tello. Al hablar de la importancia de ser parte de una comunidad, con humor, se autodefine respecto a su ministerio y vocación:

“¿Qué comunidad? Muchas. El otro día hablaba con un sacerdote jesuita y le decía que yo soy anarquista, a mí no me agarran en una comunidad. También me preguntaba si soy secular. No. Yo soy cura suelto. Pero yo me siento profundamente injertado en una comunidad que molesta muy poco, pero que es la principal y la mayor de todas: la comunidad de los santos. Yo soy hermano y vivo con los chinos católicos, los filipinos católicos, los yankees católicos, todos esos que no conozco, y no molestan, pero es la comunidad más honda de donde nace toda comunidad. ¿Uds. quieren formar comunidades de base? Comunidades donde se conozcan de tú a tú, esa es la comunidad cristiana? Si, muchas corrientes pastoralistas modernas dicen que si. Son cuentos. Teológicamente yo creo que la comunidad más profunda es la comunidad de los santos. Y si ella falla, ninguna de las otras puede ser eficaz (Tello, 1973, p. 4)”.

Para continuar con su razonamiento, Tello afirmaba que hay una comunidad de la “cual parte la acción misionera” y que esa “es la comunidad sacerdotal”. El pensamiento de Tello revela una eclesiología que necesita de un diálogo con el mundo y aggiornamento. Al afirmar que la comunidad de los santos es el fundamento de toda comunidad, presentaba que sobre ese fundamento es necesario “edificar muchas otras comunidades que a través de la historia van apareciendo en la Iglesia”. Concluye aclarando que por comunidad de los santos “entendemos todos los cristianos que participan de la vida de Dios, todos los monoteístas que participan de la vida de Dios, todos los hombres de buena voluntad. Basta que estén en comunión real con Dios, que lo conozcan, no es otra cosa (Tello, 1973, p. 5)”.

Al presentar la noción de pueblo, en la segunda conferencia, aclara que es “muy común pero muy poco elaborada”. Intentando ser breve y sintético, desarrollaba que:

“al pueblo lo definimos como una unidad cultural, una actitud ante la vida que depende de un sistema de valores, una organización de valores, una cierta jerarquía de valores, y ese pueblo o esa cultura forma una comunidad, participa de un bien común [...] Como el hombre y el pueblo están siempre en la historia, tiene un sentido, tiene un destino, una comunidad que va construyendo por sí misma su destino, es decir, elige el sentido de su vida, elige hacia dónde va y lo determina desde ella misma. Esos serían como los elementos fundamentales del pueblo (Tello, 1973, p. 5).”

La tercera conferencia presentó el papel de la Iglesia en la organización del pueblo, a través de cuatro elementos: la fe, la asistencia humanizante, la legitimazación de la lucha y el amor y humildad. Al hablar del proceso cultural del pueblo, Tello se anima a expresarles al clero de Río Cuarto su opinión. Les advierte “me van a disculpar pero tengo que ser franco, les voy a decir lo que pienso”, porque “va a haber cosas que por ahí a Uds. no les gusten”. Tello les confiesa que “si yo las veo objetivas, las digo nomás. Para Tello:

“La situación de Uds., en un orden cultural es de algún modo paradójica. Por una parte hay una discrepancia, una contradicción entre la cultura del pueblo, la cultura popular en lo que es el fondo del pueblo, , y cierta formas de la cultura del clero, de Uds. Y simultáneamente con esto, hay una sólida encarnación en el pueblo concreto en el cuál Uds. viven. Me da la impresión de que realmente están muy metidos en la gente en la organización y en la vida de las comunidades donde viven. Es decir, Uds. son curas, Uds. son alguien allí, son un centro de la vida social. Uds. pesan, a Uds. se los consulta, Uds. opinan, la opinión de Uds. tiene peso, hay una presencia muy real de Uds. en la vida social de la gente (Tello, 1973, p. 15).”

Tello profundiza su perspectiva respecto a esta paradoja y contradicción del clero:

“Hay una encarnación en el pueblo concreto, una encarnación real, una encarnación viva, pero al no haber una concordancia entre la cultura ilustrada con la cuál son forjados Uds. o con la cuál proceden pastoralmente Uds., y la cultura del pueblo, la encarnación concreta es individualista. Cada uno se encarna en su mundo. Pero es muy difícil que haya una pastoral orgánica, de conjunto. Cada uno ve sus problemas, se encarna en ellos, los conoce, los soluciona, pero cada uno vive su vida, vive sus problemas, tiene sus perspectivas, tiene sus posiciones que surgen de esa comunidad en la cual están encarnado. Y entonces explica mucho lo que percibí [cierta discrepancia en el modo de encarnación de la mayotía de Uds. (Tello, 1973, p. 15).”

El padre Rafael describe otro aspecto de esta encarnación individualista de los curas:

“Es segundo lugar, yo diría que es una encarnación sin perspectiva. ¿Porqué digo que es una encarnación sin perspectivas? Es una encarnación con perspectivas inmediatas, concreta, sobre problemas y situaciones concretas, pero si es así, es una encarnación que tiene que traducirse en una cierta desorientación. Si se da ese tipo de encarnación difícilmente puedan percibir dónde va la Iglesia, o cuál es la misión de la Iglesia en un pueblo entero, y no en una zona, en algo local. Una falta de perspectiva que se va a traducir en una falta de esperanza, en una posición que yo diría de aguante [...] si no sabemos bien qué es la misión, no sabemos lo que tenemos que lograr... y vamos tirando, cada uno haciendo lo que puede... y Dios se encargará de manejar las cosas después. Esto apareció bastante claro con respecto al problema del sacerdocio joven y la falta de vocaciones (Tello, 1973, p. 15).”

Luego de compartir su visión que tenía de los sacerdotes de Río Cuarto como paradojal al descubrirlos realmente entregados en medio del pueblo pero individualistas y sin perspectiva, el padre Tello los invitaba a pensar una pastoral de conjunto:

“Había una temática que les interesaba a Uds.: evangelización, catequesis, sacramentalización, religiosidad popular, y un tema un poquito aparte de la educación liberadora. Yo procuraría dar con la mayor brevedad posible una especie de visión panorámica de esos cuatro problemas, siempre en orden a una pastoral de conjunto [...] prolongaremos la puesta en común porque allí van a parecer la diversidades en concreto o los criterios más concretos para poder repensar la pastoral. Yo haré simplemente un planteo de las cosas que me parecen más importantes de una pastoral diocesana (Tello, 1973, p. 23).”

Por último, seleccionamos entre tantos párrafos valiosos del pensamiento de Tello, el referido al catolicismo popular:

“El catolicismo tiene creo (en la Argentina) también dos expresiones principales. Una expresión espontánea que es del pueblo, con la cual comúnmente nos ponemos en contacto: bendiciones, formas de devoción a los muertos, culto de algunos santos. Aquí la ley tiene que ser: no fomentar formas nuevas o formas manifiestamente aberrantes, y respetar las formas legítimas de expresión popular, p. e. cuando pide agua bendita se explica qué se hace con el agua bendita; cuando piden bendiciones lo mismo; e. d. me trata de elevar un poco la cosa. Hay otra cosa que se refiere al culto litúrgico o no, donde interviene el ministerio sacerdotal. Es popular en la Argentina la misa. El pueblo pide misas. Es popular el funeral. Así hay mil formas de culto que son populares también y son cultos oficiales en la Iglesia. El culto espontáneo y el culto de algún modo sacerdotal organizado, es aceptable, siempre que el sacerdote aparezca claramente al servicio de la comunidad (Tello, 1973).”

Cerraba esta reflexión con un mensaje directo, “nuevamente les hablo de un modo antipático y sin vueltas”, y afirmaba que “si se hace esto sin el manifiesto y claro servicio a la comunidad, lo que se está haciendo es un negocio”. Tello concluiría con dos conferencias. Una respecto a la organización de las bases, donde trataría tres grupos de temas: la evangelización, la organización del pueblo desde las bases y la imagen del sacerdocio. Con la reflexión sobre el movimiento popular finalizaba la IXa Semana Pastoral del clero de Río Cuarto.

Conclusión: dos peregrinos en Río Cuarto

El recuerdo del padre Filipuzzi y el hallazgo de estas conferencias inéditas del padre Tello en Río Cuarto, nos han permitido conocer una de las páginas más valiosas de la historia de la pastoral popular. Al mismo tiempo, refleja una época crucial de la teología argentina que hoy está siendo muy estudiada, cuando sus referentes, ex peritos de la COEPAL, necesitaban abrirse nuevos caminos de reflexión teología desde la perspectiva de la pastoral popular.

Tanto Tello como Filipuzzi, acuñaron una teología pastoral que hoy resuena en el magisterio universal del papa Francisco. Juan Pablo afirmaba que “todo el Pueblo de Dios evangeliza y a la vez se autoevangeliza”, que “el sujeto de la evangelización, aquél que realiza la tarea evangelizadora, y en la tarea evangelizadora tiene el papel de anunciar y realizar la salvación, es todo el Pueblo de Dios” y concluía expresando el esfuerzo de recepción y las convicciones que movilizaban sus reflexiones: “Eso creemos que está en consonancia con los documentos del Concilio Vaticano II y responde claramente a la opción del documento VI de San Miguel (Juan Pablo Filipuzzi, 1974)”.

A modo de conclusión, para descubrir cómo el pensamiento de estos dos peregrinos de la pastoral popular se ha plasmada de un modo brillante en la reflexión latinamericana, nos detenemos en preciosa definición de la peregrinación que hace el Documento de Aparecida:

“Allí, el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos, caminando juntos hacia Dios que los espera. Cristo mismo se hace peregrino, y camina resucitado entre los pobres. La decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor. La mirada del peregrino se deposita sobre una imagen que simboliza la ternura y la cercanía de Dios. El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve, derramando toda la carga de su dolor y de sus sueños. La súplica sincera, que fluye confiadamente, es la mejor expresión de un corazón que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que solo nada puede. Un breve instante condensa una viva experiencia espiritual (V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, 2007, n. 259).”

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JORNADA JUAN PABLO FILIPUZZI – SEMINARIO JESUS BUEN PASTOR RIO CUARTO, 5 DE NOVIEMBRE DE 2018

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