J. B. Metz, J. C. Scannone y la memoria del pensamiento critico












Recientemente han fallecido dos pensadores muy significativos, Johann Baptist Metz y Juan Carlos Scannone, maestros de filósofos y teólogos, autores de una fecunda obra con libros, artículos u otras publicaciones. J. B. Metz fue discípulo y colaborador íntimo de otro maestro del pensamiento y de la teología como fue K. Rahner. Metz amplia y profundiza las perspectivas antropológicas rahnerianas del pensamiento, con un giro social y público. De esta forma, es conocido como el padre de “la teología política”, en dialogo con la teoría crítica y sus representantes más relevantes como M. Horkheimer, T. Adorno y, en especial, W. Benjamin. La teoría critica junto a la teología política de Metz, con otros autores importantes como J. Moltmann, va poniendo las bases de un pensamiento crítico, político y liberador que luego se desarrollaría en la ciencia social, filosofía y teología latinoamericana con pensadores como P. Freire, O. Fals Borda, I. Ellacuría o el propio Scannone. Este último se adscribe a la corriente de la escuela argentina y teología del pueblo, con nombres como L. Gera o R. Tello.
Metz y Scannone nos dejan por tanto todo este legado de pensamiento humanista, crítico y liberador del que hay que hacer memoria, actualizar y profundizar. Un pensamiento con ese carácter ético, público y político que busca encarnarse en la realidad para la transformación e incidencia en las relaciones humanas y culturales, en la sociedad y el mundo. Ese pensar que, abierto a la trascendencia y esperanza en la justicia con las víctimas, se convierte en conciencia crítica ante toda instancia y sistema que pretende dominar totalitariamente, frente a los ídolos del dinero (riqueza-ser rico), del capital, poder y la violencia (personal, social y estructural). Se trata de un pensamiento que tiene como clave hermenéutica “ Auschwitz ”, esa realidad y lugar social e históricos de las víctimas, los oprimidos, los pueblos crucificados y pobres que padecen el sufrimiento, mal e injusticia.
Y, como “el sufrimiento es condición de verdad” (Adorno), es un pensamiento pues que se enraíza en la “memoria passionis”, en la compasión y justicia con las víctimas, los pobres o marginados que sufren todo este dolor, opresión e injusticia. Es esa inteligencia sentiente honrada con lo real, que busca el amor fraterno, la solidaridad y la justicia con las víctimas, con los pueblos crucificados y los pobres como sujetos de su promoción liberadora e integral. Una cultura compasiva y ética que acoge todo lo bueno, bello y verdadero de esa sabiduría popular de los pobres con sus tradiciones morales, espirituales y piedad de los pueblos. De esta forma, el pensamiento y la ética se realiza en esa solidaridad asimétrica, que promueve la justicia con las víctimas y la opción por los pobres como protagonistas de su liberación integral de todo mal e injusticia personal, social y estructural.
Mas allá de la religión burguesa e individualista, es una cultura que se hace vida en la ética solidaria que comparte la existencia, los bienes y el compromiso por la justicia con los pobres. En oposición a los falsos dioses del poseer y tener que se ponen por encima del ser de las personas, negando esta solidaridad liberadora. En ese sentido, es un pensamiento crítico con la mentira del progreso construido sobre el sufrimiento e injusticia de las víctimas. Ese desarrollismo que causa la desigualdad y opresión, generando así una sociedad y mundo convertido en fábrica de subdesarrollo, hambre y miseria originada por estas relaciones culturales, ideológicas, humanas y socioestructurales perversas e injustas, este pecado personal y estructural.
Frente a ello, hay que promover un cambio personal y transformación social, guiada por esta ética liberadora que haga posibles instituciones justas al servicio del bien común, de una mundialización de la solidaridad, de la justicia y ecológica; en contra de la globalización neoliberal mercantilista del capital, de la guerra y la destrucción socio-ambiental. En definitiva, este pensamiento crítico que promueva el amor fraterno y la justicia: se abre a la trascendencia, esperanza y liberación plena de todo mal, muerte e injusticia que nos regala el Dios de la vida en plenitud-eterna donde esperamos que se encuentren ya Juan Carlos y Johann. Le damos gracias al Dios de la vida y a ellos por su obra, legado, pensamiento y testimonio.
Agustín Ortega Cabrera (España), misionero canario laico, es Trabajador Social y Doctor en Ciencias Sociales (Dpto. de Psicología y Sociología, ULPGC). Asimismo, ha realizado los Estudios de Filosofía, Teología y Moral, Doctor en Humanidades y Teología (UM). Profesor e investigador en diversas instituciones universitarias y educativas latinoamericanas. Autor de numerosos artículos, libros y otras publicaciones. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Comentarios

Entradas populares