Mártir Mons. Enrique Angelelli. “Homilía en la fiesta de la Santísima Trinidad” 09/06/1974.

“La Iglesia nace de la Trinidad: del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

La Iglesia es hija de la Trinidad. El cristiano es hijo de la Trinidad. Esta verdad del nacimiento de la Iglesia en la Trinidad es fundamental para comprenderla y comprender su misión en el mundo… 

Más aún, toda la Creación, todo cuanto nos rodea está marcado y sellado por la presencia del Dios Trinitario. 

El que tiene alma contemplativa podrá descubrir las huellas de Dios Padre que crea y saca de la nada a la existencia todo cuanto existe.

 Descubriremos que el Hijo, Jesucristo, es quien reconcilia, redime, salva, libera, lleva a toda la creación a la armonía rota por el pecado del hombre. 

Es el Espíritu Santo que purifica, reúne lo disperso, santifica, convoca a las personas a vivir en fraternidad y comunión entre sí para hacer un pueblo nuevo que sea santo, sacerdotal y señor de las cosas. Nos hace verdaderamente el Pueblo de la Trinidad.
Esta presencia viva de la Santísima Trinidad en el corazón del cristiano es el secreto que hace fuerte a los mártires; que da la fuerza a todos los que trabajan por la justicia y el encuentro entre los hombres; es quien le da sabiduría y fortaleza para que los pueblos luchen para ser respetados y considerados como templos vivos de la Trinidad; es aquí donde encuentran sentido la vida de los consagrados que entregan totalmente la vida al servicio de sus hermanos; es aquí donde se mantienen frescos y permanentes los valores eternos escondidos en el corazón del Pueblo…

Por eso, la Iglesia deberá jugarse hasta el martirio si fuere necesario, en el cumplimiento de su misión, para que las personas y los pueblos sean siempre templos vivos de Dios y tratados como a tales. 

Aquí debemos ubicar el gran servicio que presta a la humanidad cuando señala todo aquello que atenta contra la dignidad del hombre y de los pueblos y que no los hace libres y felices, sino desgraciados y esclavos.

El hombre no ha sido creado, redimido y santificado por la Trinidad para ser esclavo sino libre; para ser feliz y no oprimido; para ser protagonista de su propio destino y no obsecuente. 

Solamente adorarás a Dios y a Él sólo servirás nos enseña el primer gran mandamiento; con todas tus fuerzas, con tu mente y corazón, y el segundo, semejante a éste: esto mismo harás con tu hermano, que es todo hombre”.

Mártir Mons. Enrique Angelelli.

 “Homilía en la fiesta de la Santísima Trinidad” 09/06/1974.
“Misas radiales de Mons. Angelelli”. Tomo IV (1974-1975-1976). 

Ediciones Tiempo Latinoamericano, Córdoba, 2014, pág.104-106.

Comentarios

Entradas populares