Brumadinho é Velho Chico: Roberto Malvezzi













01/29/2019
Roberto Malvezzi (Gogo) ha aparecido varias veces en este blog. Vive en el semi-árido nordestino. Es uno de los que mejor conoce la cuestión de las aguas de la región y también de Brasil. Ayudó a formular las tecnologías sociales de cómo convivir con la sequía y cómo sacar sustento en esa situación. Reproducimos este artículo de él pues nos aclara la conexión entre el desastre criminal de Brumadinho con río San Francisco, el Viejo Chico. lboff
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Brumadinho pertenece a la vasta cuenca hidrográfica del San Francisco (una de las 12 Regiones Hidrográficas de Brasil, según la ANA), desaguando en el Paraopeba, que desagua dentro de la represa de Três Marias, la primera de una cascada de represas a lo largo del Río São Francisco.
Brasil creó una legislación del agua con la Ley 9.433 / 97, teniendo como base de planificación las cuencas hidrográficas. La misma ley creó una política nacional de recursos hídricos, teniendo los comités de cuenca en la base y en la cima el Consejo Nacional de Recursos Hídricos. Después FHC creó la Agencia Nacional de Aguas (ANA) como un cuerpo extraño a la ley, pero era la construcción de las Agencias Reguladoras en Brasil, para ofrecer seguridad jurídica al capital.
El Comité de la Cuenca del San Francisco fue uno de los primeros en ser creado. Él tiene la obligación legal de crear el Plan de Cuenca, que tiene composición tripartita, es decir, poder público, sociedad civil y usuarios. En el medio de los usuarios están las mineras, las industrias, el agronegocio y las generadoras de energía. El capital impone sus intereses, a pesar de la buena voluntad de tantos que participan en los comités de cuenca a lo largo de Brasil. 
En pocos días las aguas rojas de Brumadinho llegarán a la presa de Três Marias, aunque queden contenidas por algún tiempo en las represas intermediarias. Con las lluvias, es cuestión de tiempo.
En el caso de los metales pesados, cobre, manganeso, cinc, cromo, cobalto, níquel, plomo, que se propagarán por el canal del Viejo Chico, por unos dos mil kilómetros, pasando aquí entre Juazeiro y Petrolina, hasta llegar al mar entre Sergipe y Alagoas. Son 15 millones de personas, esparcidas por innumerables municipios, a lo largo de cinco estados. Ahora tenemos que sumar los paraibanos de la región de Campina Grande que también beben de esa agua.
Bolsonaro no inauguró el menosprecio por la naturaleza aquí en Brasil. Sólo se propone a consolidar y profundizar ese desprecio, ya que es así como el capital trata el medio ambiente. Hay coherencia de su parte. Sin embargo, la eliminación de la Amazonia, del Cerrado va poco a poco eliminando nuestra malla hidrográfica antes abundante y que nos colocaba en el privilegio mundial de detener el 13% de las aguas dulces del planeta. Sin embargo, las mineras y otras contaminantes nos ofrecen el don de acabar con la calidad de nuestras aguas.
Sinceramente, gran parte de las izquierdas jamás entendió y respetó nuestra lucha por el medio ambiente, nunca entendió que las desgracias son socioambientales y también nos hallan como impedimentos del progreso y del desarrollo. Hay conflictos entre el medio ambiente y los intereses económicos que son insuperables, o sea, o uno u otro, jamás los dos al mismo tiempo. Es el caso de la devastación de la Amazonia y del Cerrado por el agronegocio, o de los "desechos" de las mineras.
"Termino ese texto con la frase en el zap de una persona de la familia que vive cerca de una usina de caña:" Buenos días, hoy amanecimos tomando un baño de veneno del avión pulverizador de la usina ".
De Brumadinhos y baños de veneno será el gobierno Bolsonaro, pero no sólo el suyo.


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