CIENCIAS, HUMANIDADES Y FILOSOFÍA DESDE LA ESPIRITUALIDAD DE LOS MÁRTIRES DE LA UCA
Agustín Ortega
· por Agustín Ortega · en América Latina, Compañía de Jesús, Espiritualidad, Teología
Agustín Ortega. El Arzobispo de San Salvador, Mons. Escobar Alas, ha publicado sus dos primeras e importante Cartas Pastorales, como es la titulada “Ustedes darán también testimonio, porque han estado conmigo desde el principio”, en donde presenta muy bien la aportación de los jesuitas-mártires de la UCA -I. Ellacuría, I. Martín-Baró, S. Montes o J. R. Moreno (pp. 75-85)- a las ciencias como son las sociales (psicología, sociología…) y a la filosofía o teología. Junto otros testigos de santidad y mártires tan significativos de la iglesia del Salvador como Mons. Romero, el también jesuita R. Grande, etc. Desde este relevante documento, que (pensamos) es de lectura imprescindible, vamos a exponer y profundizar las claves que nos muestra sobre el ya mencionado legado de los jesuitas mártires de la UCA al campo de la cultura, de las humanidades y educación. Con la teología y espiritualidad cristiana e ignaciana que, en el seguimiento de Jesús, es el corazón de la vida de fe y existencia de nuestros mártires.
En la línea de lo más valioso de autores y científicos como Einstein o de corrientes de pensamiento como las teorías críticas, el personalismo y el latinoamericanismo, Ellacuría y sus compañeros nos transmiten una ciencia con conciencia, honrada con la realidad. Una filosofía y método (camino) del conocimiento, cultura y de las ciencias como las sociales o humanas, en la perspectiva de las humanidades, con un carácter crítico, ético y liberador. Con la base de unos valores, principios e ideales morales-utópicos como son la fraternidad solidaria, la paz y la opción por la justicia liberadora con los pobres de la tierra que se encarnan e historizan en la realidad personal, humana, social e histórica.
Es una ciencia y filosofía que busca la razón, la verdad y realidad, la verdad real. Con un método e inteligencia humana, social e histórica que ve, contempla y se hace cargo de la realidad, en su dimensión intelectiva con las mediaciones sociopolíticas e históricas y sus ciencias como las humanas o sociales; que juzga o valora y carga la realidad, en su dimensión ética con el “principio-misericordia” y la compasión asumiendo el sufrimiento de los pueblo crucificados por el mal y la injustica que es el signo permanente de los tiempos; y que actúa, se encarga de la realidad con la dimensión de la praxis por la justicia liberadora con los pobres como sujetos protagonistas de su desarrollo, promoción y liberación integral, promoviendo la vida, humanización y dignidad de las personas o pueblos. Los científicos y pensadores han de articular su actividad, investigación y cultura de forma solidaria con la de los pueblos y de los pobres, con su vida y memoria, sus virtudes o valores en sus luchas liberadoras de la injusticia. Con la colaboración y unión, en solidaridad, con aquellos movimientos u organizaciones sociales que buscan un mundo más justo y fraterno.
De esta forma, se nos presenta una antropología, filosofía-moral y pensamiento social crítico, liberador e integral que abarca todas las dimensiones de la realidad con sus relaciones humanas y culturales, sus estructuras sociales, sistemas políticos y económicos. Y que, en este sentido, discierne, detecta y visibiliza, saca a la luz, la verdad que es oprimida por el mal y la injusticia (Rom 1,18), historiza en la realidad “el principio-vida” que es negada por los poderes e ídolos del poder, del capital y de la riqueza-ser rico que dan muerte. Es la ciencia con ética y pensamiento crítico que quiere des-ideologizar la realidad, buscar la verdad real que libera de esas ideologías e ideologizaciones que encubren el mal e injusticia con la mentira. Con la historización de estos valores y principios como los derechos humanos, el bien común y el “principio-liberación” (integral) con los pobres que son negados por estos poderes e idolatrías, por el mal común y el pecado estructural, las estructuras (sociales e históricas) de pecado con sus desigualdades e injusticias.
Por tanto, frente a un mal entendido relativismo e idealismo con su individualismo insolidario, esta antropología y humanismo integral con su epistemología (conocimiento) global rechaza los inadecuados e insanos dualismos o monismos. Con una articulación fecunda e inseparable entre: la naturaleza como es la humana e historia, lo físico-corporal y lo cultural, la biología y la ética, la espiritualidad y la moral, la mística y la política, la verdad e historia, la utopía y la realidad histórica, la teoría y la praxis; la contemplación y la acción por la justicia con los pobres, la meditación u oración y la liberación integral, la ciencia y la metafísica, el ser y la trascendencia, la fe y la cultura… Esta inteligencia sintiente y global con su antropología integral co-relaciona sinérgicamente la realidad personal, social, estructural e histórica, la razón y la emoción, el pensamiento y el sentimiento, la contemplación y la lucha por la justicia con los pobres para que vaya dando de sí la vida humana, trascendente, plena, eterna…
En la apertura al Dios de la vida frente a esos ídolos de muerte, a la búsqueda del Dios encarnado y trascendente en todas las cosas (en lo real) que, como se nos muestra en Jesús, nos libera de todas estas idolatrías en el servir y comprometernos (ser) con los demás, por el bien más universal. Es la misión en el servicio de la fe en diálogo con la cultura y de la justicia con los pobres. En comunidades de solidaridad con su proyección social y acción creadora-trasformadora de las culturas, estructuras y civilización (globalización) de la paz, perdón, reconciliación y ecología liberadora e integral. Se nos transmiten así los dinamismos y ejercicios espirituales que en el seguimiento de Jesús, con la vida en el Espíritu, nos centran en la búsqueda, contemplación del amor y conversión al Reino de Dios con el Don (Gracia) de la vida, del amor fraterno y la justicia liberadora con los pobres que se va realizando ya en la historia. Y que está abierto a la trascendencia, a la esperanza y vida plena-eterna con los pobres y víctimas de la historia que vence a todo mal, a toda muerte e injusticia.
Es la fe en el amor-caridad con la esperanza liberadora que da la vida por los demás desde Cristo Crucificado-Resucitado, para bajar de la cruz a los pueblos crucificados por el mal e injusticia con una espiritualidad anti-idolátrica y anti-imperialista. Los pueblos crucificados en Cristo Pobre-Crucificado nos traen luz y salvación liberadora de la mentira, del mal e injusticia. Lo que nos lleva a la vida y compromiso por la civilización del trabajo, una economía política al servicio de las necesidades y desarrollo integral de las personas, de los pueblos y de los pobres con un trabajo digno. Con la civilización de la pobreza en la humanización solidaria y comunión de vida, bienes y luchas liberadora por la justicia por los pobres; frente a la civilización del capital y de la riqueza-ser rico con sus ídolos del beneficio, del mercado, de la propiedad y del poseer-tener como falsos dioses que dan muerte. En palabras de Ellacuría con las que concluimos, solo con los pobres de la tierra se tiene el ánimo de revertir la historia y lanzarla en otra dirección, donde se avizora al Dios salvador-liberador, al Dios de la vida.
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Teología.
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