LA PASCUA DE CRISTO Y LA PASCUA DEL PUEBLO







La misma gran Cruz
Él y nosotros cargamos.

(los pobres la cargan con más esfuerzo). 

Vamos a la misma Pascua,
que en Él ya es Gloria.


Él tira de nosotros,
cuerpos de su Cuerpo.


Las llagas de Él, ahora luminosas, —memoria subversiva para siempre— son arras fidedignas
do su mayor amor.


¡Venció!


¿Dónde está la muerte? ¿Dónde su aguijón?

Entre el verde de la vida
y las ‘queimadas’ de la muerte, caminamos, seguros de la Palabra. 


Celebramos la Cena de la Alianza, entre los brazos abiertos en acogida
y los alambres cerrados en el egoísmo.


A la orilla del Araguaia nace una Iglesia nueva, tan pequeña
como un grano de mostaza. 

Pequeña la catedral,
cátedra apenas
de insomnios y esperanzas.


Mas la humilde asamblea
ya fue sellada con la sangre viva
de mucho testimonio, ungida con el óleo
de la solidaridad, urgida por el viento
de la misión ecuménica.


¡Sobre la Iglesia pequeña del Araguaia desciende, grande, el Espíritu!

PEDRO CASALDÁLIGA.

(Na catedral de São Félix do Araguaia, 1977. Pintura de Maximino Cerezo Barredo)

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