Del Papa a Buenos Aires: Defiéndanse del chismorreo y la colonización


Frases de Francisco en un videomensaje 
a su antigua arquidiócesis:
 El chismorreo es “como el sarampión”
 y “los porteños somos chismosos, 
con cierto grado de brillantez”
El Papa Francisco (foto de archivo)

Pubblicato il 27/10/2018
Ultima modifica il 27/10/2018 alle ore 22:24
CIUDAD DEL VATICANO

Todos son chismosos, en todas partes. “Pero nosotros somos chismosos con cierta brillantez”. Del Papa a los fieles de su antigua arquidiócesis, Buenos Aires. Francisco habla con los porteños. Por petición de su sucesor, el cardenal Mario Aurelio Poli, el pontífice grabó un videomensaje con motivo del Sínodo diocesano que está comenzando en la capital argentina. En él, puso en guardia contra tres peligros: el clericalismo, la mundanidad espiritual y el chismorreo. Con algunos peculiares comentarios sobre las colonizaciones y las colonizaciones ideológicas. 

Buenos Aires está conduciendo su primer Sínodo Arquidiocesano de la historia. Fue convocado en preparación a un Jubileo con motivo de los 400 años de esa demarcación eclesiástica. Resulta curioso que un momento así no había tenido lugar ni siquiera cuando Jorge Mario Bergoglio era arzobispo. Ahora, ya en el Vaticano, el Papa sigue de cerca este Sínodo y, en general, la vida de la Iglesia porteña. Él mismo lo confesó en el videomensaje, afirmando que lee constantemente el boletín diocesano que, siguió, “ahora viene con figuritas, con fotos” y “me sitúa mejor”.  

En el video, dado a conocer por la sala de prensa del Vaticano la tarde de este sábado 27 de octubre, el Papa aseguró que Sínodo “es moverse”: caminar juntos y ponerse de acuerdo. Apuntó que “lo más difícil” es la escucha, porque mientras el otro habla uno ya está pensando qué replicarle. “No, escuchálo tranquilo. Y después, lo que sentís, decíle”, recomendó. Pero insistió en ejercer el “apostolado de la oreja”. 

Anticipó que durante este período, los fieles porteños van a encontrar “cosas muy buenas” y “cosas no tan buenas”. Entre las segundas comenzó hablando del clericalismo. “A veces da pena cuando, en una parroquia, los fieles lo único que hacen es ver lo que dice el cura, y el cura deja de ser pastor para ser patrón de estancia”, constató. Entonces preguntó si en las parroquias había consejos de asuntos económicos o consejos pastorales, y precisó que cuando se escucha: “No, no, todo lo hace el cura”, ahí se ve el “clericalismo puro”. 

“Cuídense del clericalismo que es una perversión en el cuerpo de la Iglesia”, siguió. Y precisó que la Iglesia es todo el pueblo de Dios que camina y busca encontrar lo que Dios quiere, para manifestar la fe.  

Luego indicó el segundo peligro: la mundanidad espiritual, es decir la vivencia del mensaje cristiano con criterios del mundo. Por ejemplo, señaló, el decir las cosas “pour la gallerie” (para la tribuna) pero no desde el corazón. Aclaró que esa consideración no es una ocurrencia suya, sino lo que Jesús le pidió a su padre para los discípulos cuando dijo: “No te pido que los saques del mundo sino que los preserves, que los cuides, para no caer en el espíritu del mundo”.  

“El espíritu del mundo se nos filtra por todos lados, ¡por todos lados! Ahora está de moda esto –todos allá, atrás de la moda–, ahora está de moda esto, ahora está de moda pensar así. Y, dentro de esto de la mundanidad, tengan los ojos abiertos, no se coman cualquier cosa”, continuó, utilizando otro modismo porteño.  

Más adelante puso en guardia también contra las “colonizaciones ideológicas”. Recordó que toda América Latina fue colonia, como África y Asia. En esos lugares, ilustró, cuando se habla de colonizar se piensa que “vienen los conquistadores, agarran el territorio y mandan”, porque así se vio a lo largo de la historia. Empero, el Papa refirió que también existe la “colonización de la mente”, que es una “colonización ideológica” y la cual definió como el proceso en el cual, “desde otras partes” imponen criterios que no son ni humanos, ni de la propia patria y menos cristianos. “Eso es vivir ingenuamente”, aclaró. 

Sostuvo que el tercer peligro, “el chismorreo”, es el que más debilita a las comunidades eclesiales. Calificó a esa práctica como “un sarampión que se mete y se mete”. Así, aseguró, “no se puede vivir sin sacarle el cuero al otro”.  

“Cuántas veces oímos: ‘Oh, esa señora es muy buena, va los domingos a misa, va todos los días a misa, pero es una chismosa’. ¡Bendito servicio le hace a la Iglesia una persona así! Hay un remedio para no ser chismoso: muérdanse la lengua. Se les va a hinchar, pero así se van a curar. Y cuando yo tengo ganas de decir un comentario, de sacarle el cuero a alguien, o aunque sea una insinuación, mordéte la lengua y pedíle a Jesús que te saque ese vicio”, recomendó. 

Entonces se refirió a las “seguridades” en la vida cristiana: la primera corresponde a las bienaventuranzas. Les pidió a los católicos de Buenos Aires meterse en el espíritu de ese pasaje bíblico, pero entonces confesó sentirse tentado a pedirles que, del otro lado, dijesen las bienaventuranzas en voz alta. “Creo que ni la mitad del estadio las sabe de memoria”, bromeó. 

Instó a leer los pasajes evangélicos donde se habla de las bienaventuranzas y precisó que “esas son las cosas lindas” del mensaje cristiano. Luego llamó a revisar las obras de caridad mencionadas en el pasaje bíblico Mateo 25. “Léanlas todos los días”, insistió.   

“Todo esto con la oración, que lo más importante de todo lo que dije. Orar, orar como Jesús nos enseñó. Orar los unos por los otros: por los que están en camino, por los que no quieren caminar, por los que caminan mal, por los que están lejos, por la Iglesia arquidiocesana, por el arzobispo. Orar. Y en este espíritu de oración, ciertamente que el Sínodo va a triunfar. Que Dios los bendiga, y ya que rezan, recen también por mí”, concluyó.  

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