Comisión Ponce de León




Compartiremos en ocho breves entregas, escritos del P. José Karaman
sobre Carlos Horacio Ponce de León.

Se va la primera!!!
"Conocí a Ponce allá por el ´66. Nombrado Obispo de San Nicolás, todavía no había tomado posesión. Fuimos a verlo con otros curas para saludarlo. En el fondo teníamos otra intensión: queríamos "semblantearlo". Curitas jóvenes al fin, con el fervor y las ansias de poner en marcha el Concilio en la Diócesis deseábamos conocer a ese Obispo a quien, la única referencia que teníamos era que venía de Salta donde "funcionaba" como Auxiliar. Que con el Arzobispo Tavella y con los Canónigos no se llevaba muy bien. Teníamos dos datos interesantes: que no vivía en la curia por que le hacían la vida imposible, sino en una casita que unas monjas le cedieron, y que, muerto el Arzobispo, los Consultores no lo eligieron como Administrador. Así que hasta que nombraron al nuevo Arzobispo que fue Monseñor Pérez, deambulaba como "Obispo desocupado". En esos menesteres andaba cuando le llegó el nombramiento. Y así lo conocimos nosotros.
Además de querer "semblantearlo" le llevábamos en nuestras "mochilas" nuestros proyectos. Con el "cagazo" lógico y con las expectativas de saber cómo era el personaje, llegamos a la Parroquia del Carmen en Villa Urquiza donde se hospedaba. Parecíamos esos muchachos que, decididos al fin a pedir la mano de la novia, debían entrevistarse con el viejo. Hasta habíamos ensayado el discurso repartiéndonos cada uno su parte. Después de una breve espera, apareció. En el descanso de la escalera vimos a un hombre más vale "robusto", tirando a "petizón" en mangas de camisa y en chancletas. Bajó los escalones medio a los saltos y cuando nosotros extendimos la mano para besar su anillo pastoral, no nos dio tiempo. Nos estrechó uno a uno en un fuerte abrazo. Quedamos mudos y atónitos. ¡ A la mierd... el protocolo con todas sus excelencias! Era un encuentro de hombres. Así de sencillo. Hombres que, consagrados a Dios, no dejaban de ser hombres.
Nos invitó a subir a su cuarto donde reinaba un " despelo... (lease desorden) episcopal". Libros por un lado; cartas; cajones; ropa, y como mudo testigo de ese encuentro, un calzoncillo a rayas sobre la baranda de la cama. Compartimos una larga charla cuyo contenido no me acuerdo. Ni tampoco es necesario, por que fue todo dicho en el modo como nos recibió.
Nuestro tercer Obispo que se convertiría durante 11 años en un gran MOJÓN.

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